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UDATE | Iruñeko Sanferminak

Seguimos de cañas por San Fermín

Las calles de Iruñea estaban ayer de un salmonícola
superior. La mayoría llevaba una merluza bastante
maja. Algunos se apuntaron a la pesca de bajura y
echaban el sedal por los lodos de la caja. El resto, se las
veía con la resaca a la espera de poder sumarse al carro
festivo en la repesca. Al final, picaron las luciopercas.

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Bizardun MOZORROTUA

Si  alguien albergaba alguna duda de que el arranque de las fiestas había sido o no sanferminero, ayer las pudo despejar paseando por la calle Curia a la hora de la procesión. Este año, San Fermín va de cañas. Cierto es que las fiestas de Iruñea son más bien poco acuáticas, pero son cañeras un rato largo. Sobre todo, porque este año hay mil y un motivos para meter caña. La alegre creatividad sanferminera ha integrado la pesca dentro del programa festivo. Un palo de escoba, un maletín repletico de billetes y las siglas de la CAN es una forma bien sana de reírse desde la balconada de casa de los tiburones financieros, peces gordos y apegados. Enrique Maya tuvo que aguantar el segundo arponazo que le llueve desde las alturas. Y, como se ve en la foto, picó. Primero le echaron el cebo  y luego le lanzaron los billetes.  Más tarde, al presidir la corrida desde las sombras, se le subió la panga. 
Mientras tanto, el pescado estrella siguió siendo el bacalao.  No corren buenos tiempos para el género musical y en San Fermín las fiestas se viven más en la calle que dentro de discotecas. Sin embargo, ajoarriero hubo para dar y regalar. Fue casi omnipresente en todas las mesadas con casta que se sacaron a las calles para almuerzos-recena, comidas y meriendas.
Resultaba difícil moverse como pez en  el agua ayer por la mañana. El calor sofocaba y la sombra estaba bastante disputada. Esa pátina negruzca que barniza las calles de la ciudad tampoco ayuda mucho, las zapatillas se pegan y, en las zonas más dejadas por el Consistorio (Jarauta y el  resto del Burgo de San Cernin, a excepción del recorrido de la procesión), se producían ruidos curiosos al levantar el pie del suelo.
Con la tarde, movió algo de viento. Fue muy de agradecer y sirvió para oxigenar la ciudad. Poco a poco, Iruñea se fue vaciando a la par que la multitud se rehacía y se preparaba para la segunda noche. El txupinazo en sábado supuso un shock que aún colea, pero a partir de hoy la ciudad se volverá más casera, aunque igual de juerguista.

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