De Santillana a Granada con el mismo error
Iñaki IRIONDO
En agosto de 2003, cuando Juan José Ibarretxe pretendía recoger los frutos del malogrado Acuerdo de Lizarra con la formulación de un nuevo estatus para la CAV y Ernest Maragall ansiaba liderar la reivindicación nacional catalana, el Consejo Territorial del PSOE se reunió en Santillana del Mar para redactar la propuesta «La España Plural: La España Constitucional, La España Unida, La España en Positivo». Diez años después, cuando el ansia independentista crece en Catalunya acto a acto, encuesta a encuesta, y en Euskal Herria se acentúa un cambio general de la correlación de fuerzas en detrimento de los partidos unionistas, el mismo Consejo Territorial se ha reunido en Granada y ha parido el documento «Un nuevo pacto territorial: la España de todos». Pese a haber recorrido la península de punta a punta para ir desde Santillana hasta Granada, la evolución en estos diez años ha sido escasa, salvo la decisión de hablar abiertamente de proyecto federal. La obsesión del PSOE sigue siendo intentar poner freno a lo que hoy llama «tentación secesionista» y al abrigo de las cuevas de Altamira calificaba -como hizo el franquismo- de «separatistas». Y, para ello, pretende aparentar situarse a medio camino entre los soberanistas y los centralizadores, poniendo papel de regalo y un lazo pomposo a la misma oferta de siempre: decidir «entre todos los españoles», sin permitir que quienes tienen otros deseos puedan siquiera tener derecho a la palabra. Es decir, según la propuesta federal, de nuevo PSOE y PP volverían a dibujar el mapa, quizá con colores más chillones, pese a ser cada vez más minoritarios allí donde los pueblos están pidiendo tener su propio dibujo y sus rotuladores.