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GOLPE DE ESTADO EN EGIPTO

Desmarques entre las fuerzas que apoyan el golpe en Egipto

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GARA | EL CAIRO

La determinación de los Hermanos Musulmanes, que respondieron a la represión policial y militar lanzando un llamamiento a la Intifada, ha abierto grietas en el seno de las heterogéneas fuerzas que apoyaron el golpe de Estado.

Más de medio centenar de personas murieron en los alrededores de la sede de la Guardia Republicana. Los islamistas denunciaron un asalto a sangre y fuego perpetrado por soldados y policías cuando se encontraban realizando el primer rezo del día, al alba. Un ataque que se habría saldado con la muerte de mujeres, niños y bebés de leche.

El Ejército y la Policía negaron que hubieran muerto mujeres y niños y acusaron a un grupo armado de haber iniciado los enfrentamientos al intentar tomar la sede, donde estaría detenido el presidente, Mohamed Morsi.

El Partido de la Libertad y la Justicia, marca electoral de los Hermanos Musulmanes, llamó a la Intifada «contra los que quieren robar la revolución con blindados militares» y advirtió contra «una nueva Siria».

Horas después. el Gobierno golpista clausuró la sede central del partido islamista tras anunciar el hallazgo en su interior de «líquidos inflamables, cuchillos y armas».

Salafistas y Al-Azhar

El principal partido salafista, Al Nur, que se alineó tácticamente con los golpistas en su pugna con el rival natural de la Cofradía de los HM, aprovechó la masacre militar y policial para dar marcha atrás. Al Nur, segunda fuerza política del país (25%) tras los Hermanos Musulmanes (45%), comenzó a desmarcarse tras la presentación como candidato a primer ministro golpista de Mohamed ElBaradei.

El gran imam Al-Tayeb, la máxima autoridad suní de Egipto, anunció asimismo su retirada de la coalición «hasta que termine la violencia».

Al-Tayeb es el máximo responsable de la Universidad al-Azhar, el primer referente del sunismo a escala mundial, y accedió a salir junto al general golpista Abdel Fattah al-Sissi bendiciendo la asonada. El líder de la religión mayoritaria en el país exigió que en plazo de dos días se ponga en marcha un comité de reconciliación nacional y dio seis meses de plazo máximo a la transición.

Rumores no confirmados informaban de una reunión de responsables coptos para decidir su posición. El patriarca copto ortodoxo Tawadros II salió a la palestra asimismo junto a Sissi para bendecir el golpe.

El propio ElBaradei condenó con firmeza la «violencia» y pidió una investigación independiente. Uno de los responsables del partido de ElBaradei (Constitución), Ahmed el Hawari, repartió por igual culpas a los HM y al Ejército y acusó a los islamistas de «hacerse las víctimas para ganar simpatías internacionales a costa de perder lo que quedaba de simpatía en casa».

Denuncias en el exterior

Más allá de argucias salomónicas, su miedo es comprensible. Turquía, Hamas (Palestina), Irán y Qatar denunciaron la masacre contra los islamistas egipcios.

Hasta la UE, que ha mantenido un perfil bajo negándose a hablar de golpe de Estado, mostró su preocupación por la violencia y blandió la amenaza de suspender su crédito de 5.000 millones de euros a Egipto.

En Mauritania y Pakistán hubo marchas de protesta. En Jordania se registró un ataque contra el oleoducto, el primero desde la caída de Mubarak.

Andar por las calles del Cairo es un contínuo y cada vez más peligroso encontronazo con alguna manifestación. Por un lado los Hermanos Musulmanes, seguidores del depuesto presidente Morsi ; por el otro, los alineados con el movimiento Tamarrud, que celebran con vehemencia el golpe de estado militar.

En la manifestación enfrente del edificio de la Guardia Republicana, donde han muerto escenas de manifestantes pro-Morsi por disparos de la policia, la gente, desde niños a ancianos, se agolpa ante las imágenes del presidente depuesto. Altavoces colocados en improvisados escenarios arengan a las masas.

«El Ejército debe liberar inmediatamente al presidente Morsi. Es el presidente elegido democráticamente y el pueblo lo alaba. No queremos volver a la época de Mubarak», afirma Mustafa, profesor de estudios coránicos en la universidad de Cairo. «Nos ha costado muchos años quitarnos de encima al tirano, la gente pedía democracia, y ahora que la tenemos, ¿por qué apoyan un golpe de estado?» añade el profesor.

La gente se agolpa alrededor de los periodistas y dan las gracias por «mostrar al mundo la injusticia que están haciendo con la democracia en Egipto y en especial con los Hermanos Musulmanes». Desde el golpe de estado, los militares han censurado varios medios que daban voz a los islamistas, entre ellos la cadena de televisión Misr 25. No solo las cadenas locales han sido censuradas, también los medios extranjeros han visto coartada su libertad de expresión. Asi, la televisión qatarí Al Jazeera ha visto clausurada su filial ,Al Jazeera Mubasher Misr, y sus 28 periodistas han sido detenidos. También Associated Press informa de que han recibido presiones para no difundir a ciertos canales de información sus imagenes.

La ONG egipcia ANHRI, que oficialmente vela por los derechos humanos en Egipto, justifica la censura y los ataques a la prensa «por el miedo a que los extremistas los utilicen para agitar el odio, provocando un enfrentamiento más grave del que ya sufre la sociedad egipcia».

«Nos quieren amedrentar, pero no lo conseguirán«, insiste Galal, profesor de inglés cairota. «Si en 24 horas, el Ejército no libera al presidente, empezaremos a marchar hacia el Ministerio de Justicia, que es donde creemos que está».

En abierto desafío a los disparos de la Policía, advierte de que «seguiremos marchando hacia adelante. No nos detendremos ante nada ni nadie. Si es preciso, nos convertiremos en mártires», desafía, aunque matiza que «no creemos que los militares disparen a la población civil. En la época de Mubarak, este les ordenó disparar a los manifestantes y el Ejército se negó. Deberán hacer lo mismo. Tememos más a la Policia, son estos quienes disparán sin pensar».

Entre tanto, cada vez más gente va llegando a la concentración convocada por el líder de los HM, Mohammed Badia. A grito de «Liberad a Mursi, Dios el el más grande» gente de todas las edades se agolpa en la calle.

«Todos hemos sufrido la dictadura. No queremos volver estas protestas en violentas pero si no conseguimos lo que pedimos, que no es más que la vuelta de un presidente elegido democráticamente, sólo Alá sabe de lo que podemos ser capaces», aclara Bilal, un joven estudiante del Corán con una poblada barba que le llega hasta el cuello.

«Detrás de todo esto, estoy convencido, esta la mano de Estados Unidos. Los americanos nunca han querido una democracia en Egipto. Tienen miedo a lo que el pueblo Egipto decida. Prefieren salvar sus intereses en un país estratégicamente tan importante como es el nuestro, que dar voz a los que no lo hemos tenido en años. Ellos y Europa estaban cómodos con Mubarak. Pero, ¿y nosotros? ¿Alguienn piensa en lo que queremos los egipcios?».

Suceda lo que suceda en las próximas horas, uno saca una clara conclusión de todo el jaleo callejero. La sociedad egipcia esta tan dividida o más que en la época de Morsi. Gente que no le votó, afirma que ahora, «pese a no haber sido buen presidente, le votaría, ya que es el presidente elegido democráticamente». Es lo que nos dice un taxista que prefiere permanecer en el anonimáto. Otros en cambio, los partidarios de Mubarak y gente de diversa índole se alegran del golpe de estado. «No sabemos como terminará, pero no volveremos a la época de Mubarak y tampoco está ya Morsi, quien poco a poco se parecía más al antiguo dictador, acaparando a su alrededor poder y poder», afirma Mohammed, estudiante universitario de Filología.

Mientras la gente se retira a sus casas, los aviones y helicópteros sobrevuelan la ciudad. Galal se acerca y nos dice «mañana habrá más, si Dios quiere. Esto no ha hecho nada más que empezar».

ayuda de EEUU

El Gobierno estadounidense no suspenderá la ayuda al Ejército egipcio de manera inmediata, porque no iría en el «mejor interés» de EEUU, según el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, que indicó que está a la espera de revisar más a fondo la situación en Egipto y rehusó calificar como golpe de Estado la intervención militar.

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