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Maite SORoa | msoroa@gara.net

El espejo de Alicia

El exalcalde de Gasteiz y portavoz del PP en el Congreso se debió lucir el jueves en su defensa del mutismo de su jefe sobre el «caso Bárcenas» y ayer no había periódico que no hablara del tema. Y en «El Mundo», Enric González aprovechaba lo ocurrido para hacer un retrato fiel de eso que antes llamaban imperio y acabará siendo un solar. Tras mencionar «la vergüenza que le causaron ayer al país» los portavoces del PP, González califica de «bochornoso» que Rajoy «se niegue a explicarse ante el Parlamento (...) sobre las acusaciones de Luis Bárcenas. Que es un presunto delincuente, pero era también tesorero y gerente del PP, nombrado personalmente por Mariano Rajoy, y disponía hasta hace nada de un equipo de abogados costeados por el partido». Se le ve mosqueado, así que no extraña que dicho esto, confiese que «en días así, uno imploraría la nacionalidad canadiense». Pero lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible, así que «toca aguantarse». O en su defecto, el periodista propone «recurrir a los efectos lisérgicos de la Marca España» que, según cuenta, son «accesibles a través de www.marcaespana.es: más narcótico que un Rajoy en plasma, más potente que una portada de Marhuenda, más adictivo que la pasta de los ERE bajo el solazo andaluz». ¿Y qué es lo que se esconde tras esa marca?. González nos lo explica; lean porque no tiene desperdicio: «en España nos cargamos el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), pero en la Marca España se convoca el programa Severo Ochoa para premiar la excelencia de los centros de investigación. En España hay niños mal alimentados, pero en la Marca España se organiza un concurso internacional de tapas para difundir el jamón ibérico. En España, las grandes constructoras financian ilegalmente a los partidos a cambio de contratos públicos, pero en la Marca España son empresas impecables. Y así todo». Vamos, que la página web de marras es como el espejo por el que Alicia entra en el País de las Maravillas.

Pero como lo de Alicia era un cuento y lo que le que cuenta González no, el plumilla barcelonés se pregunta: «¿De verdad hay que gastar dinero en esas gilipolleces? ¿No nos bastaría con no hacer el ridículo en casos como el del viaje de Evo Morales». Olvida el colega Enric que hacer el ridículo es indisoluble a eso que llama España, con marca o sin marca. Mejor haría en hacerse independentista, como la mayoría de sus conciudadanos.

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