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crónica | golpe de estado en egipto

Ramadán de incertidumbres divididas en Egipto

El ramadán, que comenzó oficialmente el martes por la noche, llega en plena campaña de redadas y represión contra los Hermanos Musulmanes, que a su vez claman por una Intifada hasta la vuelta del presidente Mohamed Morsi.

Andoni LUBAKI Periodista

«No nos detendremos ante nada ni nadie. Queremos que se reestablezca la democracia, que tanto nos costó conseguir», afirma Taha, funcionario de Correos y seguidor de los Hermanos Musulmanes. Desde que el Gobierno golpista ordenará la detención de la cúpula de la Cofradía, los comentarios en las concentraciones de protesta se han radicalizado. «Nos están legitimando para coger las armas. Hasta ahora hemos sido solo nosotros los que hemos sufrido las balas, pero como esto siga así, sin democracia y sin libertad, tendremos que tomar la delantera», advierte Amr, joven estudiante de Corán. La tertulia se acalora por momentos. «No podemos recurrir a la violencia, ellos tienen más armas Nos verían mal en el resto del mundo. Nuestra fuerza está en que tenemos razón», le replica un hombre de avanzada edad. «Ya hemos sufrido suficiente violen- cia, no podemos volver a recurrir a ella», añade el hombre, ataviado con un gorro tradicional egipcio.

Incapacidad

Hazem al-Beblaui, antiguo ministro con Hosni Mubarak, es el encargado de formar Gobierno. Advierte de que no tendrá en cuenta la afiliación ideológica o religiosa a la hora de crear el Ejecutivo que dirigirá al país hasta el referéndum constitucional. El tecnócrata cairota, que ha sido aplaudido por afines al golpe de Estado, no es del agrado de los seguidores de Morsi. «Primero nos echan del Gobierno, detienen a nuestros líderes y encima quieren que aceptemos a un antiguo colaborador del Gobierno de Mubarak, quien empleó mano dura con nosotros», afirma Islaam, activista pro-Morsi que se pasea vestido con una camiseta con las fotografías de algunas de las 50 víctimas del pasado lunes. «Quieren que volvamos a la época de Mubarak, dictadura y más dictadura. Se olvidan de la opinión de los egipcios. Yo lo tengo claro. La anterior situación favorecía a EEUU y Europa. Con Morsi las cosas se les torcieron y ahora quieren volver a tener el control poniendo a alguien afín a sus intereses. Un Mubarak con otro nombre», añade Islaam.

El Partido Libertad y Justicia (PLJ), brazo político de los Hermanos Musulmanes, declaró que en ningún momento piensa negociar el poder. Con ello se arriesga a que su peso político en el futuro Gobierno se desvanezca. «Si os fijáis, en Argelia pasó algo parecido, ganó el FIS, los salafistas, y los militares dieron un golpe de Estado. No podemos decir que ese Gobierno sea democrático. ¿Tienen libertad los argelinos? Eso les tendrás que preguntar a ellos. Yo no quiero un país como Argelia en Egipto. Deberíamos de tener en cuenta a los seguidores de Morsi, ya que son muchos. Sin ellos, no habrá paz en este país» explica Hosni, joven activista que acampó en Tahrir para derrocar a Mubarak.

De vuelta a casa, el taxista que me acompaña es tajante: «Si tienen que matar a los Hermanos Musulmanes, que lo hagan. Se que mi opinión puede resultar un poco violenta, pero no podemos pasar de una dictadura controlada desde EEUU a una controlada por imames barbudos. Tengo confianza en que este golpe de estado devuelva a Egipto una independencia que no teníamos desde la época de los faraones».

 

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