Txisko Fernández | Periodista
Esta crisis es muy nuestra
No deberíamos perder más tiempo en buscar respuestas enrevesadas para explicar por qué estamos inmersos en esta crisis económica, que es mucho menos global de lo que nos quieren hacer tragar, precisamente, quienes ni siquiera pueden disimular que cada vez les van mejor sus cuentas.
Esto no es demagogia porque hay datos suficientemente contrastados científicamente que lo corrobora, por mucho que luego haya quien quiera escurrir el bulto con aquello de que «la economía no es una ciencia exacta». Por no aburrir, voy a utilizar como único ejemplo los datos que difundió el jueves «Challenges», la revista que publica «Le Nouvel Observateur».
Desde 1996, este medio elabora una clasificación con las 500 personas más ricas del Estado francés. Bueno, después de tanta burbuja que ha estallado por aquí y por allí, de la crisis del euro -¿qué crisis?-, de tanto recorte social para hacer frente a las deudas -¿las deudas de quién?-, de esa Troika apocalíptica amenazando con plagas bíblicas -si Grecia no cumple, ¡uy la que se va a armar!; si Portugal no cumple, ¡uy lo que les va a pasar!-, pues va y resulta que medio millar de personas acumula actualmente una riqueza calculada en 330.000 millones de euros, un 25% más de lo que acaparaba un año antes.
Voy a insistir un poco con los números. Resalta «Challenges» que esos «500» acaparan el 10% del patrimonio financiero francés, «lo que quiere decir que una décima parte de la riqueza está en manos de una cienmilésima parte de la población». Y esto no es exclusivo del Hexágono, porque lo mismo está sucediendo al sur de los Pirineos o en el Peloponeso.
Por tanto, habría que ir asumiendo que, realmente, esta no es su crisis, sino la nuestra. Es decir, que hay que plantear medidas para que «500» no acaparen la riqueza producida por muchísimos millones de personas. Una riqueza a la que esos «500» ni siquiera podrían haber aspirado sin contar con las infraestructuras levantadas y mantenidas por millones y millones de personas con las que no quieren repartir más que las migajas de tan enorme pastel.
Si nadie duda de que hay suficiente pastel para todos, ¿por qué dejamos que «500» se lo coman todo? Si esta es nuestra crisis, es necesario dar cuanto antes con nuestra solución.