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Los acompañantes del control

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AFP | TOURS

Son las 16:58 en Tours, en la meta de la 12 ª etapa, que se resuelve en la misma línea. Gilles Cheveau se encuentra al acecho, mientras trata de escuchar el nombre del ganador a quien deberá acompañar al control de dopaje: «¡Es Kittel! ¡Vamos!».

Entre una nube de reporteros, fotógrafos y corredores que invaden la zona de meta, el acompañante se abre paso sin perder tiempo tratando de mantener un ojo en el ganando, asediado por la gente. Pero no interfiere en las entrevistas, ni en los numerosos elogios y abrazos de Kittel con sus compañeros.

«Hay que ser discreto. Son los pequeños inconvenientes de un control de dopaje, pero son indispensables», explica este retirado de la Marina francesa, empleado por la Sociedad Deportes Éticos y coordinador de los acompañantes de este Tour.

«Una llegada al sprint es la más complicada para nosotros, porque el pelotón llega agrupado y después se bloquea muy rápidamente. Es necesario abrir bien los ojos, 'poner el gran angular', para identificar a los corredores entre la masa. El ganador es bastante fácil, porque él sabe que tiene que pasar el control y su masajista se hace cargo de él en la meta. Yo sólo tengo que supervisarle», explica.

Cuando Kittel se da la vuelta para dirigirse al podio, Gilles Cheveau le sigue a corta distancia. Vestido con un polo negro, pasa casi desapercibido. Sólo un manguito de color arco iris que dice UCI (Unión Ciclista Internacional) le distingue. «Desde este Tour se han eliminado los petos amarillos con la palabra chaperon -'acompañante' en francés-. A todo el mundo le ha gustado la nueva medida, nos lo dicen incluso incluso equipos y corredores», confiesa.

Tras la 'locura' de la meta Cheveau debe esperar mientras el ganador cumple con sus obligaciones protocolarias y con los medios de comunicación. Durante una hora, le sigue a distancia, sin quitarle ojo de encima, mientras Kittel atiende una entrevista tras otra. Esperará a que todos terminen para guiarle al local para el control antidopaje, instalado en las cercanías.

Su función es llevar al ciclista hasta el inspector de la UCI y el médico de la AFLD (Agencia Francesa de Lucha contra el Dopaje), que recogen la muestra requerida de 100 ml de orina.

«Puede alargarse, depende de cada uno. Algunos, sobre todo después de las cronos o las prólogos -pruebas cortas-, pueden demorarse una hora y media o dos. A veces es necesario que salga, camine, salte o se relaje... Nosotros permanecemos a su lado, como si fuéramos su dama de compañía», añade sonriendo.

«Jamás ha habido un problema con los corredores. A veces un comentario humorístico, del tipo '¿Me toca otra vez?' en los controles matutinos en sus hoteles, cuando se les despierta. Antes creían que había relación entre nosotros y la decisión de hacer el control. Pero no somos quienes elegimos. Yo me entero a 10-15 kilómetros de la meta, y ni siquiera sé si la decisión está dirigida o se ha hecho al azar».

En la 12 ª etapa, además del ganador y el líder -que deben pasar el control obligatoriamente cada día-, había otros dos corredores designados: el vasco Jonathan Castroviejo (Movistar) y el australiano Richie Porte (Sky).

Kittel fue el último en llegar al control, a las 18:00. Afortunadamente para Cheveau, salió apenas cinco minutos después. «Está bien, se acabó». Pero quizá no la jornada: «Durante la cena sabremos si se van a realizar más controles está noche en los hoteles, y eso podría llevarnos hasta las 23:00 horas...»..

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