Militantes de Greenpeace penetraron ayer en la central nuclear de Tricastin, en el sur del Estado francés, para denunciar el riesgo de un accidente nuclear.

El Gobierno respondió anunciando la puesta en marcha de mecanismos judiciales contra este tipo de acciones, en las que la organización ecologista es pionera a nivel mundial.

Decenas de activistas de Greenpeace entraron en la noche del domingo en las instalaciones y desplegaron una bandera a nivel de los reactores 1 y 3 del complejo con la leyenda: «Tricastin, accidente nuclear» y «¿François Hollande; presidente de la catástrofe?. Otra pancarta similar fue colocada alrededor de uno de los dos reactores.

A mediodía, el Ministerio de Interior anunció que «los 29 militantes han sido detenidos» e insistió en que «ninguno de ellos puedo acceder a zonas sensibles de la central (nuclear), especialmente a las salas de mando». La Autoridad de Seguridad Nuclear redundó en esta idea al asegurar que la incursión ecologista «no ha tenido impacto en la seguridad de la instalación».

Por contra, Isabelle Philippe, portavoz de Greenpeace, recordó que el objetivo de la acción «es poner en evidencia los fallos de seguridad en la producción de energía nuclear» e insistió en que «Tricastin es una de las centrales nucleares más peligrosas, una de las cinco que deberían cerrarse prioritariamente».

Tricastin es la tercera central más vieja del parque nuclear francés y es una de las mayores instalaciones nucleares y químicas del Hexágono.

Los ministros de Interior y Ecología, Manuel Valls y Philippe Martin, anunciaron penas más duras contra este tipo de incursiones «que violan la propiedad privada».