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Imanol Intziarte | Periodista

Tú me das cremita, yo te doy cremita...

Leyendo la prensa ayer por la mañana, con las irregularidades en los contratos del TAV, la movida de los astilleros o la doble vertiente político-judicial del imparcial presidente del Constitucional -toma triple rima-, me vino a la cabeza el maestro Miyagi y su célebre «dar sera, pulir sera». No me negarán que más de uno se merece que le hagan la postura de la garza o la grulla -ahora no recuerdo bien cuál de las dos- aderezada con una patada voladora made in Chuck Norris.

Pero el cerebro humano es muy suyo y de repente el mío se puso a tararear eso de «tú me das cremita, yo te doy cremita». Será porque en estos meses la mente reclama su ración de grandes éxitos veraniegos. De ahí a teclear la frase en Youtube solo va un paso, así que ni corto ni perezoso me lancé a la búsqueda y captura del célebre anuncio. Era del cupón de la Once y ha cumplido ya la friolera de diez años, que pasa el tiempo que es una barbaridad.

No sé lo que opinaría la sicóloga de Tony Soprano -él seguro que directamente se apuntaba al reparto de cera- pero sospecho que mi querencia hacia la melodía que aboga por el intercambio de bronceador y after sun es una metáfora estival de lo que se ha venido a denominar la puerta giratoria entre partidos políticos y grandes empresas. El funcionamiento es sencillo, yo te ayudo a obtener el poder, o a mantenerte en el mismo, a cambio de que tú posteriormente me lo compenses a través de adjudicaciones, ayudas fiscales y otras prebendas. Sin que se note mucho, si es posible.

Obviamente, al final los paganos son los pringados del buzo, los del casco, las que friegan o cuidan a nuestros mayores en las residencias... la cremita llega para todos y todas, aunque en este caso se trata de vaselina para extender, sin economizar, allí donde la espalda pierde su nombre. Ya dije en un Txokotik hace unos años que en eso consistía la cacareada flexibilidad.

Llegados a este punto, no resulta extraño que más de uno se acuerde de la barbacoa de Georgie Dann.

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