Xabier Silveira | Bertsolari
Resaca sanferminera
En la red rulan varias fotos de mujeres siendo manoseadas y/o despojadas de su ropa y cientos de opiniones y puntos de vista han sido la reacción a esas imágenes. No puedo sino hacerme eco de una de ellas y contraponerla a las mayoritarias en la minoría progresista que habita Euskal Herria
Acabo de empezar a comprender aquella sensación de «me voy a perder lo mejor si me voy a casa ahora». Pero nunca calculé las probabilidades de que, al ni siquiera salir, se pueden acumular para que lo más interesante suceda en mi ausencia. Y va y me da por no salir en San Fermín. Y como quien para dejar de fumar deja al mismo tiempo el café y el alcohol, no solo no salí sino que me dio el siroco y me sumé al chupinazo como tele-espectador. ¡Que valiente soy a veces!
Un exaltado señor lanzando cohetes a la multitud desde un balcón -«¡San Fermín, San Fermín!»- gritaba para que le hicieran caso, pero nada. A sus espaldas, en el interior del Ayunta- miento, los medios recogían opiniones de las ediles en torno a la Ikurriña desplegada dieciocho minutos antes -por cierto, decir que fueron desafortunadas es un acto de caridad- y en sus morricos, en la plaza, se daban unos hechos que son la verdadera resaca de estos sanfermines. En la red rulan varias fotos de mujeres siendo manoseadas y/o despojadas de su ropa y cientos de opiniones y puntos de vista han sido la reacción a esas imágenes. No puedo sino hacerme eco de una de ellas y contraponerla a las opiniones mayoritarias en la minoría progresista que habita Euskal Herria.
Del Blog de Alicia Murillo, activista feminista y artista multidisciplinar: «Es terrible que violen a mujeres en las fiestas locales, pero también es terrible que no sepamos darnos cuenta del acto heroico y rompedor que es el que una mujer se levante la camiseta dentro de una masa de machirulos y disfrute de que la toquen por propia elección. Es una mierda que en muchas de esas ocasiones las mujeres no puedan parar a los hombres cuando ya no les apetece ser tocadas, pero también es penoso que haya gente que siga deslegitimizando la libertad femenina desacreditando a estas señoras con el típico `no son conscientes de donde se han metido'; `se trata de extranjeras despistadas'; `en las fotos se ríen pero en realidad querrían llorar, es que les da vergüenza' `están borrachas, mañana se van a arrepentir mucho', etc. El paternalismo en forma de liberación. No gracias, no me liberes de ese modo que me suena a lo de `critiquemos y persigamos el hijab que las musulmanas están anuladas y obligadas por sus maridos a llevarlo', `prohibamos la prostitución que, aunque las putas digan que están ahí porque quieren, es porque tienen el cerebro anulado de tanta vejación'.
Harta me tiene esta visión de la mujer-niña que no es otra cosa que miedo al poder femenino (¡miedo, a veces, al propio poder!). Y que no me hablen de segregación, el discurso de que las mujeres debemos buscar espacios seguros para tocarnos ¿Perdona?¿Debemos? Cada cual se dejará tocar en el espacio que crea conveniente, que para eso es su cuerpo. Y, además, encuentro que la segregación es un medio pero no puede ser el fin ¿Otra vez las mujeres en el espacio reducido, en el espacio íntimo y para ellos la plaza pública, el sol y todo el sitio que quieran? Pues no sé yo...»
Pues anda que yo...