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La cuatro válvulas de Ibrahim Maalouf fue lo mejor de la noche gasteiztarra
Ibrahim Maalouf interpretó su nuevo disco, «Wind», sin apenas desviarse del original. Su trompeta, su música y su simpatía fueron, progresivamente, dando calidez a la noche. Bill Frisell dilapidó la herencia del trompetista y a punto estuvo de vaciar Mendizorrotza con la complicidad de su cuarteto de cuerda. Esta noche actuarán Tom Harrell y Branford Marsalis, una apuesta sin riesgos y sin emociones fuertes, pero donde, al menos, escucharemos jazz.
Alvaro HILARIO | GASTEIZ
Haca ya muchos años, escuché a Dexter Gordon decir, en el transcurso de una entrevista que «Jazz no es lo que haces, si no cómo lo haces». Y, en efecto, al igual que el jarkore, el jazz es, más allá de cánones y etiquetas, una actitud. esto, sin embargo, no quiere decir que cualquier tipo de música pueda programarse en un festival de jazz.
Los resultados a la vista están: Bill Frisell un virtuoso de la guitarra y de adscripción jazzística más que coyuntural. El miércoles, acompañado por un cuarteto de cuerda y un batería, aburrió al respetable con su último disco, «Big sur», y a punto estuvo de vaciar Mendizorrotza. Como dijo un espectador, «expulsa 200 personas por tema». Lo dejaremos así, no merece la pena hacer más comentarios.
También Ibrahim Maalouf venía con un nuevo y exquisito trabajo, «Wind». Este nació de un encargo que le hizo la filmoteca francesa: poner música a un filme de su elección. Maalouf eligió «The prey of the wind» (1927), de René Clair y a la hora de componer tuvo muy presente a don Miles Davis y la banda sonora que compusó para «Ascenseur pour l`echefaud» (1958) de Louis Malle. El mismo Maalouf confesó ayer que son tres las influencias habidas por él en el proyecto «Wind»: el propio Miles, Juliette Greco y Serge Gainsbourg.
De hecho, interpretó un tema que Gainsbourg compusiera para Greco, «La javanaise», en la recta final de su actuación.
Sin trampa
Ibrahim Maalouf, presente en 2012 en la sección Jazz del siglo XXI, es además de un gran músico, un tipo simpático y comunicativo, aspectos ambos que quedaron a las claras en su actuación del pasado miércoles.
Maalouf es un trompetista de formación clásica a quien su talento e instinto han ido deslizando por los terrenos del jazz. Armado con una trompeta con cuatro válvulas (llamada de cuartos de tono) inventada por su padre, el también trompetista Nasssim Maalouf. Si en sus discos anteriores puso las cuatro válvulas al servicio de un jazz teñido por la música árabe, este de «Wind» es muy a lo Miles Davis.
Maalouf, sopla, hace que la trompeta gima, hable, susurre. Así lo hizo, por ejemplo, con el último temá que tocó, consiguiendo emocionar a un público que, aunque complaciente, estuvo bastante frío durante casi toda su actuación. Decía John Coltrane que en los tempos lentos no hay trampa posible: o se sabe tocar o no se sabe. Y Maalouf toca muy bien; sin trampa ni cartón. Así las cosas, fue una lástima que se limitará a interpretar los temas de su disco sin apartarse apenas del original. También incluyó la ya mencionada composición de Gainsbourg y una pieza del compositor ruso Alexander Goedike (1877-1957) que aprovechó para lucirse como músico y como comunicador.
Comenzó con el tema que abre su disco, «Doubts», tema donde su admiración por Miles es innegable. A esta le siguió «Issues», donde la base rítmica (Clarence Penn y Larry Grenadier) aprovechó para reivindicarse; fue uno de los pocos momentos donde se soltaron la melena. «Suspicions», «Questions and answers» también sonaron. Una penita que no aprovecharán «Excitement» para convertir el diálogo entre trompeta y tenor (Mark Turner) en una auténtica refriega.
Esta noche será el turno de Tom Harrell y Branford Marsalis. Harrell ya actuó en Bilbo el pasado mayo a pesar de la enfermedad que le aqueja.
Lugar: Polideportivo de Mendizorrotza.
Fecha: 17 de julio de 2013.
Cartel: Ibrahim Maalouf y Bill Frisell.
Precio de la entrada: 25 euros.