James Wan tiene ya lista la segunda parte de «Insidious», que fue la película que le colocó al frente de la primera división del cine de terror. Era una vuelta al fenómeno poltergeist de las casas encantadas, que es como se denomina a los hogares poseídos por el Mal. Pero antes estrena «Expediente Warren: The Conjuring», que en apariencia no es más que la enésima revisitación del subgénero en cuestión, sólo que devolviéndole intacta toda su capacidad para inquietar al público hasta extremos de verdadero susto. En unos tiempos de espectadores descreídos, a los que ya se pensaba que únicamente se podía impresionar al patio de butacas mediante el realismo violento, el conseguir volver a los miedos originales que nunca fallan ya supone un inésperado mérito.

Palmadas en la oscuridad

De esta forma el cineasta de origen malayo se quita de encima la fama de terror sádico que le acompañó desde la creación de la saga «Saw», demostrando que también sabe experimentar con el clasicismo genérico.

James Wan redescubre que el terror más efectivo es el más sencillo, y que no se necesitan muchos elementos para crear un ambiente sobrecogedor. Le son suficientes una simple palmada en la oscuridad, una sábana blanca o una caja de música.

Eso, y que cuenta con su equipo de «Insidious» formado por el director de fotografía John R. Leonetti y el compositor Joseph Bishara. Para el reparto vuelve a contar con Patrick Wilson, al que se suman una recuperada Lili Taylor, Ron Livingston y la estelar Vera Farmiga, como nueva musa del cine de terror.