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Raimundo Fitero

Tronos

 


HBO, la productora de «Juego de tronos», anuncia la emisión de nuevos capítulos a partir de marzo de 2014. Es una noticia que se celebra en las redes porque existen millones de adictos a esta serie. La han convertido en algo excepcional, cuando es bastante convencional, pese a que formalmente tenga ínfulas, y que se parta de unos guiones muy sólidos en cuanto a su eficacia de crear conflictos en los que se mezcle el poder con el sexo, los discursos de apariencia institucional con tramas donde priman los bajos instintos. El equipo actoral tiene empaque, hay momentos de las puestas en escena, muy teatrales, que le dan vuelo, pero todo se corrompe con el doblaje. Maldito doblaje. Un doblaje uniformador, sin matices, mediocre, que nos priva de alguna interpretación realmente majestuosa convertida en una contradicción entre gestualidad y el uso de un tono de anuncio publicitario. Hagamos algo contra el doblaje. Contra todo el doblaje, incluso el menos malo. O al menos que nos den la oportunidad de escuchar a los actores con sus voces. La serie se sigue emitiendo en La Sexta con unos resultados no muy altos, pero tiene un algo en su conjunto que está por encima de la media.

Porque a los titulares de los tronos más cercanos no nos los doblan, y eso que hablan en una jeringonza arcaica que huele y duele. Ver al suegro de Urdangarin declarando no solamente amor y pleitesía a su «hermano» marroquí, sino proclamando que se trata de un ejemplo de libertades democráticas, de desarrollo, causa molestias estomacales, y eso que uno puede entender que las mejores cosechas de Ketama se ponen al servicio de los invitados. Dos tronos corruptos, con diferencia injerencia en al vida política de los reinos a los que representan, pero que visto en los noticiarios televisivos en el día del «alzamiento nacional», aquel 18 de Julio que llevó al general Franco a encabezar un golpe de Estado convertido en una dictadura que dejó atado y bien atado un Ibex 35 repleto de nombres del franquismo y una jefatura del Estado nombrado por el anterior dictador además de legar un reguero de políticos que todavía no han repudiado el anterior régimen autoritario.

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