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UDATE | crónica, festival de jazz de gasteiz

Las formaciones de Harrell y Marsalis exhibieron un gran nivel de juego

La cuarta jornada del festival deparó una noche donde las individualidades brillaron apoyándose en un excelente juego de equipo. La estrategia bop resultó, una vez más, ser muy efectiva en los últimos metros. Fue un espectáculo ameno, bien ejecutado y divertido.

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Entrados ya en la recta final del Festival de Jazz de Gasteiz, ningún equipo está para bromas. Así, en la noche del viernes tanto el quinteto de Tom Harrell como el cuarteto liderado por Branford Marsalis, basaron su estrategia en un potente juego de equipo que, controlando el medio campo, daba ocasionalmente el protagonismo a sus estrellas para que definieran en los metros finales. El público agradeció un recital ameno y variado, bien interpretado y entretenido. Bop, ragtime, blues y funky definieron los márgenes del jogo bonito de ambos conjuntos.

Así como en la jornada del miércoles tanto Ibrahim Maalouf como Bill Frisell se limitaron a sus últimos discos, Tom Harrell solo interpretó un tema de los que componen «The time of the sun» (2011) y «Number five» (2012), «Present».

Tom Harrell

La táctica del combinado comandado por Tom Harrell y su trompeta desde el centro del campo -y respaldado por ambiciosos ataques por las bandas de Escoffery y Grissette- se basó en el bop y el hardbop con toques funkys. Fueron cinco temas Ya desde un principio, tanto el tenor como el piano presentaron su candidatura a chicos malos de la noche o jugadores más valiosos.

Sin concesiones

El cuarteto de Branford Marsalis se lanzó a por el partido desde el minuto cero. Combinando ritmo y melodía, utilizando también una táctica de ataque clásica, alternaron los ataques en tromba con el control del balón para, una vez delante en el marcador, dedicarse a exhibir habilidades y virtudes aunque, eso sí, sin llegar a adornarse en exceso.

Empezaron el encuentro de Mendizorrotza con composiciones del pianista Calderazzo («The mighty sword») y Revis («Maestra»). Si con el primer tema avasallaron, llamaron la atención del responsable, rebajaron el tempo con el segundo, controlando el balón, tranquilos, frente al área contraria. Creo que se notó la influencia de la manera clásica de jugar jazz, con Miles, por ejemplo, asomando su cabecita de vez en cuando.

Con el tercer tema, «Teo», del gran creador de juego san Thelonius Monk, no dejaron lugar a la duda: el número 10, Branford, sopló con maestría y convicción, modelando la melodía a su antojo; solos profundos, creíbles, veraces. El contrabajo, por su juego y figura, recordó a ese número 5, patrón de la zaga, que es Ron Carter. Cyrus Chesnut, camino del Canciller (donde se ha pasado rompiendola toda la semana) y Branford se saludan con un gesto. Siguieron con «In the crease», de Marsalis, momento en el que el pianista invitó a jugar a Jobim, rey del jogo bonito; y, aprovechando la abultada ventaja a su favor, dieron gusto al público: precioso y aterciopelado tenor de Branford con «Dancing cheek to cheek» y fin de partido con ragtime, «St. James Infirmary». Sin sorpresas, pero escuchamos buen jazz.

Alvaro HILARIO

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