Martxelo Díaz Periodista
El Supremo sabe a quién castiga
El mismo día en el que el Tribunal Supremo decidía que Jaume Matas, expresidente de ses Illes Balears e impulsor de chandríos tales como los embalses de Itoitz o Esa no debía ir a prisión, confirmaba la condena de seis años de cárcel a Luis Goñi y Xabier Sagardoi.
Ese mismo tribunal no ve delito alguno en que la presidenta del Gobierno navarro, Yolanda Barcina, cobrase dietas irregulares por mirar hacia otro lado mientras desaparecía la Caja Navarra. Sin embargo, considera que la militancia en organizaciones juveniles de Sagardoi y Goñi tiene que ser castigada con seis años.
El doble rasero del Tribunal Supremo refleja las características corruptas del Estado español. Denunciar la precariedad, impulsar el movimiento juvenil, organizar fiestas populares en los barrios o rechazar las agresiones sexistas son delitos graves, de los que hay que purgar con largos años de prisión. Pagar millonadas desproporcionadas a un periodista para que escriba discursos laudatorios o inventarse reuniones para cobrar desmesuradas dietas está bien visto. Tampoco merece castigo condenar a la muerte a valles pirenaicos o hacer desaparecer una caja de ahorros. O tejer redes clientelares desde mullidos despachos de Palma o Iruñea.
Para el Estado español lo grave es denunciar el patriarcado y el capitalismo y trabajar para construir una Euskal Herria libre y socialista. Ante estas reivindicaciones pone en marcha toda su maquinaria represiva, desde las pelotas de goma hasta los jueces togados. Con Matas o Barcina se puede tener manga ancha, ya que son fieles servidores de ese mismo Estado.
El reto es construir un muro popular. No solo por Sagardoi y Goñi, sino por las decenas de personas comprometidas con este pueblo que corren el riesgo de volver a ser encarceladas por el Estado. Se ha puesto ya en marcha una dinámica para levantar ese muro, pueblo a pueblo y piedra a piedra, y demostrar que en Euskal Herria los condenados por el Supremo no son delincuentes. Y que los que son delincuentes no son condenados por el Supremo. La próxima cita, el sábado en Amaiur.