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Raimundo Fitero

Supremo

 

A algunos siempre les queda el Tribunal Supremo que les acorta penas, les libera de condenas, reduce sentencias a cenizas y todo en la misma dirección: los díscolos del PP, tienen abogado defensor, fiscal defensor y TS que remienda los descosidos ocasionados en juzgados no demasiado doctrinarios. Se vive en un vértigo muy poco saludable para la conciencia democrática. La justicia al servicio de los intereses partidistas. Es un entramado difícil de desenmarañar. Cada fallo un alivio, un descorche de champán. Y si se sigue el currículum de los sentenciadores y su futuro en el escalafón se entenderá que se está en una encerrona. Que nadie se asome a la ventana que le cortan las ganas de mirar. Hemos pasado unos noticiarios que producen náuseas por la cascada de decisiones supremas tan sospechosamente partidistas.

Entre la justicia a la medida, la prensa desmedida y las monarquías apretando mediáticamente para mantener sus privilegios y adormecer a las masas con conceptos amortizados. El nacimiento en Inglaterra del tercero en la cadena de sucesión al trono, nos devuelve ante el supremo disparate de convertirse en un espectáculo popular. Hace unos días fue una ceremonia de abdicación y proclamación de un nuevo rey de Bélgica, que en TVE se trató con suprema importancia. Horas y horas de retransmisión de algo que sonaba a paripé, a apuntalamiento de edificio en ruinas. El detalle reside en que el rey de Bélgica habla los tres idiomas oficiales de ese estado. Por ley, no por rey.

Las monarquías europeas son un anacronismo sedicente. Son lo contrario a cualquier noción de unión, de progreso o de derechos democráticos fundamentales. Es la máxima expresión de la corrupción, el símbolo del feudalismo, del capitalismo, de la herencia patrimonial y del traspaso sanguíneo de bienes y haberes. La reproducción pasiva de poderes adquiridos y defendidos por siglos violentamente. Una barbaridad. A la periodista y al cuñado de Urdangarin les increpan allá donde van. Falta algo más que esa expresión popular, es necesario tomar decisiones políticas supremas. Pero el patio está muy borrascoso. La impunidad ataca. Lo tienen casi todo atado y bien atado.

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