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Crónica | Primera jornada de jazzaldia

Ski acuático en la Zurriola, Jamie Cullum al piano

A todo trapo, así arrancó ayer el jazzaldia, con la Jazz Band Ball que lideró Jamie Cullum al piano. El británico se presentó en la Zurriola, delante de miles de fans, como si actuara en la sala de su casa.

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Anartz BILBAO

Tres en uno, ese es Donostia Jazzaldia. Uno, el festival que hace honor a su nombre, el dedicado al jazz, con la Plaza de la Trinidad como referente y extensiones en el Kursaal y el Victoria Eugenia, además de en el noctámbulo Museo San Telmo; un festival que comenzará a sonar hoy. Dos, el tesoro que guarda la programación, con el exclusivo Marathon Masada en torno a la figura del compositor John Zorn, con doce bandas en liza (cada una tocará en torno a 20 minutos) y una única fecha en Europa, lo que supone todo hito para el Jazzaldia (sonará el sábado 27 de julio). Tres, la programación del Escenario Verde, el Zurriola Festival, con nombres de leyenda como Elvis Costello, emergentes como Belako, luminosos como Belle & Sebastian, bailables como !!! y garageros como Cápsula. Tres en uno para una ciudad radiante.

84 conciertos en cinco días, 57 de ellos gratuitos, agrupados en torno a las terrazas del Kursaal y al escenario verde de la playa, el que abrió anoche la fiesta con la Jazz Band Ball habitual y Jamie Cullum como artista estelar. Una jornada que se anunciaba de 20.00 a 2.00 y que suponemos se habrá alargado mucho más, con la surrealista y genial Shibusa Shirazu Orchestra, quienes ya sorprendieron en su anterior visita, llegando a inflar y pasear un enorme dragón plateado por la arena de la Zurriola.

Antes de ellos, tocaron simultáneamente, en las terrazas, Gabacho Maroconnection, Gregory Porter e Igelaren Banda; esta última en representación del jazz local, presente en la 48 edición de Jazzaldia con nada menos que 31 bandas en escena. Al cierre de estas líneas, además, aun faltaban por actuar Ola Kvernberg Trio, el Trio Reijseger y Fraanje, Sylla y Robert Glasper Experiment, recogiendo el testigo de las anteriores. Y es que, una vez en marcha, la bola no para... hasta el domingo.

Jamie Cullum, bromista

La principal estrella del día atendió a la prensa horas antes de su actuación. Miguel Martín, director de Jazzaldia, recordó una llamada de la Universal cuando el británico apenas contaba con veinte años, en la que le avisaban «del lanzamiento de un joven que cambiaría el panorama del jazz vocal». Más tarde comprobó -siempre según Martín-, «que no se equivocaban». El mozalbete a quien se refería el director de Jazzaldia estaba ayer a su lado apoyado al piano, ante una sala abarrotada.

Cullum es una gran estrella mundial desde que a los 24 años publicó su primer album, «Twentysomething», que llegó a vender casi un millón de copias en cuatro mees. A pesar de ello, en el tono bromista que mantuvo durante toda la conferencia, dijo tener los pies en el suelo: «Es fácil, pues soy muy bajito». El británico aseguró tomarse en serio su trabajo. «He tomado ejemplo de los más grandes, me tomo muy en serio tanto mi faceta de cantante y pianista como la de compositor, y soy consciente de mis limitaciones».

El artista británico fue cuestionado sobre el viraje pop de su último disco, «Momentum» (un trabajo compuesto íntegramente por él, por vez primera). «No es por razones comerciales -respondió-. El esqueleto sigue siendo jazz, pero quería algo nuevo, más fresco». Sobre la presencia del último trabajo en el show de anoche, se limitó a señalar que «está presente en mi cabeza, por lo que interpretaré algo de él. Se con qué comenzaré y concluiré y puedo variar el resto del setlist. Pero saltaré a escena haciendo ski acuático», bromeó.

Además, antes de despedirse al piano, habló también de otra de sus pasiones, la gastronomía. «Soy poco inglés -confesó-, uno de los mejores momentos de mi vida fue en El Bulli, puedo pasar todo el día cocinando. Planifico las giras en base a dónde comer».

Entorno

Dos arcos verdes delimitan la entrada a las terrazas, convertidas en recinto festivo. Gregory Porter es el que aglutina mayor número de público. Acompañado de un cuarteto, el afroamericano hace gala de su voz prodigiosa, ante el público adulto que ocupa las sillas y el más juvenil que se agolpa a los costados. Suena bien pero falta tensión, quizás demasiada luz diurna aún. Con la camisa chorreando sudor, Porter, con gafas de sol, está tocado con un sombrero con orejeras. ¿Estará destemplado, u oculta un flemón?

Entre los dos cubos del Kursaal, la fusión francomarroquí de Gabacho Maroconnection (compuesta por estudiantes de Musikene), resulta refrescante, la fusión funciona. En escena músicos de jazz y folclore marroquí. Suenan compactos e invitan al baile. Protegidos por la pared del Kursaal e iniciando el paseo el trío Igelaren Banda, comandado por Bixente Martinez, cierra su directo recreando «Habanera» de Xabier Lete. La estampa es preciosa, con el horizonte envuelto en llamas.

 

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