Quienes hayan visto «Kinatay» o «Lola», las películas más conocidas de Brillante Mendoza, sentirán cierta extrañeza ante «Cautiva», obra mucho más decantada hacia su lado como documentalista. Habría que remontarse a su documental «Manoro» de 2006 para encontrarse con un trabajo similar, por cuanto en él ya abordaba el tema de las minorías étnicas en Filipinas y la problemática económica y política que de ello se deriva.

En ese sentido se distingue de sus historias de ficción rodadas en ambientes marginales de Manila, aunque en todas sus realizaciones aplica siempre un tratamiento neorrealista o de cinema verité. Tal vez por ello se ha sentido atraído ahora por el terror documental o de found footage en su nuevo proyecto «Sapi».

En «Cautiva» el estilo de género documental se aplica a la crónica de sucesos basada en hechos reales, si bien el caso que relata en la película es un resumen o compendio de los muchos que se han dado en Filipinas desde principios de los años 90, cuando comenzó a operar el grupo islamista Abu Sayyaf. Su medio principal de financiación es el secuestro de occidentales, sobre todo turistas. Luchan contra los viejos fantasmas del colonialismo yanqui, renacidos a tenor de la persecución a Al Qaeda. Propugnan la independencia del Oeste de Mindanao y el Archipiélago de Sulu.

A lo largo del metraje salen a relucir sus motivaciones, dentro de un zona rica pero empobrecida por la política centralista de Manila. Contrastadas fuertemente con las de los rehénes católicos, entre los que se encuentra la cooperante interpretada por Isabelle Huppert, muy influenciada para su papel por la lectura del libro de Ingrid Betancourt, siendo su vivencia extrapolable a la de la selva colombiana.