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Jesus Valencia | Educador social

El PP se está moviendo

Cuantificar en pasos la involución del PP resulta un eufemismo; va retrocediendo a largas zancadas que, pasando por el franquismo, nos retrotraen al medioevo

De un tiempo a esta parte, ha tomado carta de ciudadanía entre nosotros una frase muy repetida: «el PP no se mueve». Frase que, a mi entender, resulta desafortunada por incorrecta. La derecha española no se mueve en la dirección que la sociedad vasca le reclama pero, lo que se dice moverse, ¡ya lo creo que se está moviendo!

Las comparecencias semanales de la portavoz del Gobierno tras los Consejos de Ministros son experiencias de alto riesgo; los anuncios de continuos y duros ataques a las economías populares suponen peligrosos factores de estrés. Cuantificar en pasos la involución del PP resulta un eufemismo; va retrocediendo a largas zancadas que, pasando por el franquismo, nos retrotraen al medioevo. Por lo que se refiere a Euskal Herria, las evidencias de esta vuelta a la caverna son continuas. El día 3 de mayo, la Audiencia Nacional prohibió los actos conmemorativos que iban a celebrarse en Larrabetzu: el homenaje a los gudaris vascos que tantos años se ha venido celebrando en el monte Bizkargi quedaba fuera de la ley. Quienes se reunieron en Sartaguda dos días más tarde, llegaron a la misma conclusión: «la eliminación de partidas para las exhumaciones supone una tremenda regresión». El 10 de mayo fue el euskera el que hubo de soportar el reflujo; la judicatura española, instada por nuestro particular inquisidor don Urquijo, amenazó a la Diputación de Gipuzkoa y a los municipios que se habían comprometido a priorizar nuestra lengua. Suma y sigue. Tras las muchas medidas regresivas, está presente un PP necesitado de incrementar las dentelladas para neutralizar sus contradicciones internas.

Es en el ámbito de las cárceles, donde resulta más evidente que el PP se está moviendo. Si alguien alberga dudas que se lo pregunte a los familiares de los presos. Dos años recorridos a velocidad de crucero para hacer más insoportable la vida carcelaria: la aplicación expansiva del alargamiento de condenas a despecho de los dictados internacionales; los che- queos a los presos, cada vez más frecuentes y meticulosos; los registros a sus visitantes practicados mediante la utilización de perros amaestrados; los requerimientos pertinaces para que Uribetxeberria muera en la cárcel... Son cada vez más numerosas las cartas que se pierden y las comunicaciones telefónicas que se interrumpen. Se ha recrudecido el hambre en los penales mientras, en la misma medida, se han debilitado las atenciones médicas. Instituciones Penitenciarias osa culpar a los familiares de los accidentes que sufren. Disparatadas interpretaciones del reglamento impiden que las parejas de los reclusos puedan participar en el vis a vis familiar. La permanencia en las celdas (espacio de cierta discreción para la vida personal) ha sido sustituida por el obligado y cansino deambular individual a lo largo del corto patio. Francia, contaminada por el PP, ha intensificado la dispersión de los presos vascos a lo largo de su territorio e, incluso, dentro de cada cárcel.

La derecha nunca detiene por propia iniciativa su marcha demoledora. Solo los pueblos que consiguen embridar a la bestia frenan su siniestro galopar.

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