GARA > Idatzia > Kultura

UDATE | carlos bolado, DIRECTOR DE CINE

«Lo más probable es que el asesinato de Colosio fuera un crimen de Estado»

Hace falta valor para meterse en las cloacas del sistema político mexicano y dar fe de lo que siempre fue un secreto a voces, aunque nunca probado: la connivencia de altas instancias de la administración y los cuerpos de seguridad del Estado en el magnicidio que costó la vida, en 1994, a Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial del PRI. Carlos Bolado, apoyado en un reparto de lujo, evoca aquellos años de plomo que vivió México.

p050_f01.jpg

p050_f02.jpg

Jaime IGLESIAS | MADRID

«Hay décadas en las que no pasa nada y semanas en las que pasa todo». Esta frase de Vladímir Ilich Uliànov, Lenin, es la elegida por Carlos Bolado (Veracruz, México, 1964) para abrir su reconstrucción de los hechos que motivaron y de las consecuencias que siguieron al asesinato, el 23 de marzo de 1994, de Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial del PRI.

Un largometraje aséptico ya desde su mismo título «Colosio. El asesinato», estrenado en nuestras salas el pasado viernes, que generó polémica cuando fue estrenado en México el pasado año pese a la formidable respuesta que tuvo a nivel crítico y también comercial: «Fue la película más taquillera del 2012 y la más vendida en DVD, y ahora la veo siempre en la piratería algo que no sucedió como siempre sucede que la película se estrena y ya está en pirata. Colosio tardó semanas, hasta que pasaron las elecciones» rememora su director no sin ironía, ya que buena parte de la controversia generada por el film tuvo que ver con su estreno en fechas próximas a los comicios que devolvieron al PRI a la Presidencia tras dos décadas de gobiernos del PAN que interrumpieron los casi setenta años que el Partido Revolucionario Institucional (con diferentes denominaciones) se mantuvo en el poder, prácticamente desde el final de la Revolución Mexicana.

Ese empeño por tratar a la sociedad civil como críos necesitados de tutela por parte de los poderes públicos irrita a Carlos Bolado quien, al ser cuestionado sobre la idoneidad de llevar al cine unos acontecimientos que, de alguna manera, permanecen tan recientes en la memoria colectiva de los mexicanos, se revela: «La sociedad lo pide. Es su historia. Todo lo que aconteció entonces resulta cercano solo porque varios de los protagonistas de aquellos hechos aún viven. Pero dieciocho años es tiempo suficiente».

Pero volviendo a la frase de Lenin que abre el film, y por ubicar al lector frente a una ficción cinematográfica demasiado cocinada en clave local, hay que aclarar que 1994 fue un año que cambió el devenir político de México y no solo por el asesinato en plena campaña electoral del candidato oficialista. El 1 de enero de ese año entró en vigor el Tratado de Libre Comercio con EEUU y Canadá que culminó el impulso neoliberal que el presidente Carlos Salinas de Gortari (elegido en 1988 bajo fuertes sospechas de fraude electoral) dio a la política económica mexicana. Coincidiendo con este viraje se produce el levantamiento del EZLN en Chiapas y un PRI fuertemente dividido y desgastado intenta encontrar un candidato de consenso en un proceso interno que enfrenta a los hombres fuertes del aparato del partido con los llamados «economistas», tecnócratas aupados por Salinas de Gortari a responsabilidades de gobierno.

Todas esas circunstancias están más o menos apuntadas en el film, aunque se omiten deliberadamente los nombres y apellidos de ciertos personajes como el de José Córdoba Montoya, economista español y jefe de la Oficina de la Presidencia del gobierno, hombre fuerte de Salinas y auténtico poder en la sombra que en el film, bajo los rasgos de Daniel Giménez Cacho, aparece como principal urdidor de tramas oscuras incluyendo las que siguieron, en forma de frustradas investigaciones oficiales y oficiosas al asesinato, de Colosio. Tampoco se le pone nombre (únicamente se refieren a él como el licenciado) al personaje interpretado por Odiseo Bichir, aunque bajo sus rasgos se adivine a José Francisco Ruiz Massieu, ex cuñado del presidente Salinas y secretario general del PRI, asesinado seis meses después de Colosio tras haber dirigido una indagación secreta para esclarecer la muerte de éste. «No poner nombres a estos personajes fue algo intencionado -explica Carlos Bolado- no podemos acusar a nadie sin pruebas y al basarnos en algunos personajes reales, los abogados nos aconsejaron esas omisiones».

Esa ausencia de pruebas tiene que ver con los insatisfactorios resultados de las investigaciones oficiales donde se apuntaló la teoría del lobo solitario, personalizado en la figura de Mario Aburto, un joven de 22 años, asesino único y confeso del candidato Colosio, algo que todo el mundo en México se resiste a creer. De ahí que la película de Carlos Bolado recoja todas las teorías, más o menos fundadas, que se han dado desde entonces partiendo de la pregunta ¿a quién le resultaba incómodo Luis Donaldo Colosio?

Respuestas hay para todos los gustos, desde la que apunta a los poderosos carteles del narcotráfico (en buena sintonía, según se desprende de algunas especulaciones, con el partido en el Gobierno, un vínculo que Colosio intentó romper) hasta la que profundiza en el arrepentimiento de Salinas de Gortari y los hombres fuertes del priismo por haber apostado por un candidato que, lejos de doblegarse a sus dictados, pronto demostró una autonomía que le llevó a cultivar una vocación rupturista hacia el legado del partido dando por buenas las demandas regeneracionistas que flotaban entre buena parte de la sociedad civil.

Como ocurre con tantos otros magnicidios perpetrados a lo largo y ancho de la Historia, en el caso del de Colosio, probablemente nunca se sabrá la verdad, pero levantar acta, aunque sea a través de una película de ficción, de todas esas hipótesis que, hasta la fecha, no pasaban de ser vox populi, no deja de constituir un acto de valentía. «Nos protegemos en la ficción pero definitivamente fue un atrevimiento por nuestra parte. Sabíamos que era nuestro deber contar la historia reciente de nuestro país, pero para ser sinceros, sí que estábamos un poco nerviosos», reconoce Carlos Bolado quien, al mismo tiempo, se siente respaldado, en su labor como cronista, en el exhaustivo trabajo de documentación previo que llevaron a cabo con vistas a escribir el guión de la película: «Acudimos a fuentes diversas, sobre todo, al Informe de la Fiscalía, tres mil pliegos publicados en el año 2000 y que se pueden consultar on line. Esa fue nuestra base y bueno, además hay mucha literatura sobre el tema, ficción, ensayos etc... que obviamente también leímos y tuvimos en consideración».

A pesar de haber buceado en todas esas fuentes y poner de manifiesto las contradicciones inherentes al caso, Carlos Bolado, prefiere cultivar la ambigüedad cuando se le inquiere sobre si su impresión al respecto apunta en la misma dirección que la teoría desarrollada por Andrés, el agente de Inteligencia que en el film interpreta José María Yazpik, quien, tras unir todas las piezas, concluye que bien por acción, bien por omisión, muchas personas cercanas a los círculos de poder, estuvieron directamente implicadas en el magnicidio. «Me parece que lo más probable es que se tratase de un crimen de Estado», responde escuetamente el cineasta.

«Nos protegemos en la ficción (se omiten deliberadamente los nombres y apellidos de ciertos personajes), pero definitivamente fue un atrevimiento por nuestra parte. Sabíamos que era nuestro deber contar la historia reciente de nuestro país, pero, para ser sinceros, sí que estábamos un poco nerviosos», reconoce.

Un ejercicio de buen cine político

Pero más allá de su valor sociopolítico, de su audacia o de su carácter testimonial, «Colosio. El asesinato» destaca como ejercicio puramente cinematográfico. La película está resuelta con suma inteligencia por parte de su director dentro de los registros que le son propios al mejor cine político. De un lado Carlos Bolado desecha la espectacularización del «thriller made in Hollywood» en la representación de algo tan arduo como una investigación y los múltiples intereses que en ella concurren y toma como referencia las pautas del mejor cine político europeo. «Para la construcción de caracteres me he inspirado, sobre todo, en el cine político italiano -reconoce el cineasta mexicano, quien asume nítidas sus influencias- La obra de Francesco Rosi, de los Taviani o más recientemente el caso de un film como `Il Divo' de Paolo Sorrentino, me han sugerido el tono que quería para esta película».

Pese a los rigores discursivos que emanan del film en su espíritu de denuncia, Carlos Bolado, que empezó en el cine como montador, conoce de sobra el aspecto epatante que de cara a la factura técnica del largometraje tiene un buen trabajo de edición, aspecto éste que en «Colosio. El asesinato», está cuidado al milímetro.

«Filmamos durante cinco semanas con dos cámaras -explica el realizador mexicano- Para reproducir las escenas del atentado contamos, además, con cámaras betacam de la época. La idea era generar material y trabajarlo en la sala de montaje. Yo comencé en el cine como montador. Edité `Como agua para chocolate' y también asesoré el montaje de `Amores Perros', así que siempre edito mis películas. Aunque, como me gusta el piano a cuatro manos, en esta ocasión monté el film con Francisco Rivera y Luciana Jauffred y entre los tres, y con la ayuda de mi fotógrafo Andres León, llegamos a imprimir el ritmo que demandaba la película».

Es ese trabajo exhaustivo de montaje, combinando imágenes reales con otras recreadas y alternando diversos planos de una misma secuencia a la hora de dinamizar los puntos de vista, el que ha llevado a algunos a comparar el presente largometraje con «JFK», la obra magna de Oliver Stone con la que el film de Bolado guarda no pocas concomitancias y no solo en el plano formal.

La confusión que siguió al asesinato de Luis Donaldo Colosio y las teorías de la conspiración, tan apasionantes desde el punto de vista fabulador, no están muy lejos de las que se produjeron tras el magnicidio de Dallas que acabó con la vida de Kennedy. En ambos casos queda la duda, legítima, de saber qué hubiera pasado si a ambos líderes les hubieran dejado caminar solos. J.I.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo