Maite Soroa | msoroa@gara.net
El sueño hispano
Acuenta del trájico accidente de Santiago se han dicho y escrito un montón de cosas, pero servidora se queda con la columna de José Luis González Quirós en «Elconfidencial», porque no es habitual que alguien le diga al rey que está desnudo. El artículo se titula «La alta velocidad y el trampantojo nacional», y comienza con un párrafo prometedor: «El éxito de la farsa exige una lógica complaciente en el engañado, pero en España no escasea el producto: para el español medio es un axioma que si Alonso se sale de pista a 300 por hora la culpa es o de Ferrari o del circuito, pero si un tren de alta velocidad descarrila la culpa es del maquinista. Los que se pregunten por fallos del sistema, del trazado, del diseño del tren o de la política ferroviaria son unos antipatriotas, con Rajoy o con Zapatero, que tanto da». Ahí le ha dado. Después de lanzar la andanada, González Quirós tira de sarcasmo, y señala que «por si faltase algo para cerciorarnos del `crimen del maquinista' se ha revelado que presumía de ir deprisa, sin respetar los radares, cuando todo el mundo sabe que los trenes de alta velocidad han de ir lentamente para enlucir el paisaje». Humor fino.
Dice el columnista, que es filósofo y cuentan que le escribía los discursos a Aznar, que «este modo de enjuiciar es muy típico» de la cultura política hispana, donde «siempre hay un culpable al final de la cadena, nunca al principio, como con Bárcenas». Y ya centrado en el extesorero del PP, González Quiros suelta una parrafada genial que seguro hará sonrojar a más de una y de uno. Lean, lean: «Las crónicas nos han hablado del preso más famoso de España presentándolo como un tipo campechano, buen compañero, un tío legal, al decir de algunos compañeros que han podido dar testimonio de las primeras jornadas de convivencia en Soto del Real. No me extraña. Según se ha sabido, Bárcenas le contó al juez Ruz que había logrado de Rajoy, a raíz de las maledicencias del caso Gürtel, el ideal de todo buen español: una paga opípara, despacho, secretaria, coche con conductor, contrato sine die y sin misión precisa, sólo con estar calladito y no aparecer mucho por la planta noble, para no tener que pronunciar su nombre. Un tipo que logra este estatus es un héroe nacional, alguien que ha alcanzado el sueño eterno de la pereza hispana, nada que hacer y generosa paga». Ha dado en el clavo.