Tres años después, en medio de la voracidad colonial de Israel que no deja de construir asentamientos de colonos, las «negociaciones de paz» entre palestinos e israelíes se retoman en Washington. Las gestiones diplomáticas del secretario de Estado de EEUU, John Kerry, traen esta nueva entrega de un un proceso perdido hace tiempo en una era de tinieblas, que se tambalea como un zombie ante una cruda realidad: la muerte de la solución de los dos estados y la determinación de Israel de construir y seguir construyendo colonias sin fin mientras «negocia dolorosas concesiones territoriales» que sobre el terreno son imposibles de materializar. Quizá Kerry busca amortiguar las críticas por su incapacidad de parar la colonización, salvar a Israel de sí mismo, del oprobio y el ostracismo internacional, pero a la luz de toda evidencia, «negociar la paz» del apartheid resulta improductivo y contraproducente.

Para Israel, hasta la última gota de agua, desde las orillas del río Jordán al Mediterráneo, desde el Golán sirio al Sinaí egipcio, hasta el último gramo de arena, todo le pertenece. ¿Cómo puede repartirse un pastel territorial, si mientras se negocia una de las partes no para de comérselo?