La explosión de una quincena de coches bomba en Irak -11 de ellos en Bagdad- causó ayer la muerte a al menos 64 personas -57 en zonas mayoritariamente chiíes- y heridas a más de 200, en una nueva jornada sangrienta que denota el agravamiento de la situación de seguridad y de la violencia sectaria .

Si los últimos cuatro meses fueron los más mortíferos en cinco años, con un saldo de unos 3.000 muertos y 7.000 heridos, según la ONU, julio va por el mismo camino con ataques sobre todo contra la comunidad chií, y las fuerzas de seguridad con un saldo de al menos 800 víctimas mortales, según un balance de AFP.

La situación está volviendo a los niveles de 2008, cuando el país salió de una guerra intercomunitaria que entre 2006 y 2007 segó decenas de miles de vidas.