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CRíTICA: «Una canción para Marion»

Un coro aficionado con muy buenos solistas (1)

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 Mikel INSAUSTI

Uno no sigue creyendo en el cine por las grandes obras maestras, sino gracias a esas pequeñas e imperfectas películas que hacen la vida del crítico más llevadera y agradable. Viendo el trailer de «Una canción para Marion» cabía esperar lo peor, así que acudí a la sala resignado y con el reloj en la mano. No hizo falta mirar la hora en ningún instante, porque tenía los ojos empapados de llorar como una magdalena. Fue una verdadera catarsis terapéutica, una experiencia sanadora que recomiendo a los que le quieran rentabilizar el precio de la entrada.

A mi, en particular, me ha ayudado a salvar el miedo a la vejez, representado por esos bailes de pesadilla que se marcan los jubilados de vacaciones en Benidorm. Francamente, no creo que existan coreografías para la tercera edad, porque cada etapa de la existencia tiene su ritmo vital y sus correspondientes limitaciones físicas. Maldita la gracia que tienen las campañas publicitarias o videoclips con viejunos disfrazados con pelucas y cazadoras de cuero negro y señoras mayores con la gorra rapera de medio lado. Lo odio, pero como en «Una canción para Marion» se toman tan denostable practica con humor y mucho descaro, el consiguiente grado de patetismo se reduce bastante.

Entiendo que el coro amateur de pensionistas llamado OAPZ, por las siglas anglosajonas (Old Age Pensioner) incluya en su repertorio un tema tan cañero como «Ace of Spades» de Motörhead, porque al fin y al cabo Lemmy Kilmister va a cumplir los 68 años y es un superviviente del rock. Me imagino que, en cambio, las chicas de Salt-N-Pepa deben de ser ahora cuarentonas, pero la versión que OAPZ hacen de «Let´s Talk About Sex» es tan insufrible como la de B-52's y su «Love Shack». Aunque, bien mirado, a la edad de los coristas mejor no tomarse muy en serio lo del sexo.

Los temas dignos se han reservado para lucimiento de los solistas. Vanessa Redgrave y Terence Stamp, que son de la misma quinta, cantan respectivamente el «True Colors» de Cyndi Lauper y «Lullabye (Good Night My Angel)» de Billy Joel. Piel de gallina.

 

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