Maite Soroa | msoroa@gara.net
Hacerse tan pancho trampas al solitario
Una ya no sabe si por culpa de este calor donde transpira la desgana o porque el repaso de la prensa española produce síntomas que aconsejan pedir cita en el ambulatorio o vayan a saber ustedes por qué, pero el hecho es que otra vez, una vez más, empiezo la tarea alucinada. Mis amigas me dirán que no espabilo y, quizá, mis lectores que no me vendría mal respirar otros aires más oxigenantes y fijar la mirada en hori- zontes más profundos. En fin.
Todo esta sensación de delirio y este sentimiento de desazón se explica tras la lectura del editorial con el que el diario «La Razón», que cada día se parece más a un boletín interno del PP, se desmelenaba ayer. Impresiona desde las primeras líneas: «España, un país en el que la corrupción no es especialmente grave». ¿Y quién dice eso? Pues quitando a la ciudadanía que piensa todo lo contrario, lo dice casi casi todo el mundo: «Los institutos internacionales de análisis, la OCDE, el Consejo de Europa...» todos llegan a la misma consideración. Y nada, que se quedan tan panchos. Se hacen trampas al solitario y santas pascuas, aquí no pasa nada. A partir de esa monstruosa mentira construyen el argumento y cuentan un cuento en el que Rajoy es un santo. ¿Que estoy exagerando? ¿Que necesito distancia y unas vacaciones? Vean, vean.
En el mismo periódico, la señora Pilar Ferrer, una mujer que es muy, pero que muy de derechas y que ejerce de columnista, no para de echarle flores al santo. Lo llama «sutil y rocoso gallego», dice que basa su trabajo en la «genial filosofía de René Descartes» y que son tres las premisas que lo guían: «sensatez, seguridad y verdad». Ya ven el tono. El fondo, ya lo conocen: «En España», la corrupción no es ni grave ni especialmente grave.
Y como en todo paraíso artificial que se precie, la imaginación es regla. Avisan que a partir de septiembre Rajoy se pondrá al frente de una cruzada por la «transparencia y la regeneración democrática». Ahí es nada. ¡Cuántas piruetas para aparentar decencia! ¡Qué ridículos ejercicios de fariseismo!
Y así están las cosas. La corrupción no es especialmente grave. Rajoy es sutil, sensato, honesto y cartesiano. Y va a liderar la cruzada de la transparencia... Reír para no llorar.