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Endika Zapirain Aranburu | Analista

El relato: no existen condiciones suficientes

Estamos viviendo una situación excepcional, de extrema gravedad. La realidad nos está interpelando continuamente a las conciencias: paro multitudinario, hambre, miseria, desahucios de viviendas, emigración de jóvenes por falta de trabajo, delincuencia común, violencia contra la mujer, contra niños y niñas, contra ancianos y ancianas... y a la vez, el descomunal fraude fiscal, la corrupción sistémica, la incompetencia de los gobiernos españoles que nos han traído a esta situación... La mezcolanza de los tres poderes Legislativo-Ejecutivo-Judicial. Un sistema democrático deficiente que no se ha desarrollado. No lo han querido o no les ha interesado desarrollar a los gobiernos españoles sustentados, durante más de treinta años, por PSOE y PP. Desarrollo democrático que hubiera evitado en gran medida, las situaciones que hemos señalado y otras.

Además, está pendiente la disolución definitiva de ETA, que cesó en su actividad el 20-10-2011, a la espera de enfocar con el Gobierno español el tratamiento adecuado de presos y exiliados afectos a la organización. Pero como siempre se tropieza con un obstáculo: España y sus instituciones con el gobierno de turno al frente. En julio se cumplen 54 años de su existencia. España en tantos años, ha sido incapaz de resolver y superar esta cuestión. Debería haberlo hecho respetando los derechos humanos y del Pueblo vasco y con métodos democráticos. El Gobierno español, después de 54 años, pretende vencer en lugar de resolver/superar la situación, que es su obligación. Es obvio que después de los años trascurridos en la lucha de confrontación, ya no es posible vencer por ninguna de las partes. Se requiere inteligencia y capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias.

En medio de esta situación lamentable y caótica, se ha presentado el «Informe-base de vulneraciones de derechos humanos en el caso vasco (1960-2013)» realizado por la comisión creada por la Secretaría General de Paz y Convivencia de Presidencia del Gobierno Vasco actual. La aportación de este informe es muy positiva. Es imaginable el esfuerzo que han tenido que hacer los comisionados para llegar a una síntesis como la presentada. Constatar que en el periodo comprendido se infringieron derechos humanos no solo por ETA, sino también, y de manera muy importante, por las instituciones del Estado, es de una gravedad descomunal. Las instituciones del Estado están para proteger e impulsar el respeto y cumplimiento de los Derechos Humanos, nunca para infringirlos. Pero así ha sido y, desgraciadamente, sigue siendo en España, en más o menos medida.

Sin embargo, ahora mismo no hay condiciones suficientes para afrontar las derivaciones que implica el Informe, en las partes implicadas/involucradas. El Informe describe los hechos acaecidos y la implicación de los diferentes actores, lo cual constituye una primera aproximación muy importante, pero es indispensable profundizar más.

Efectivamente, no basta la descripción de los hechos, hay que conocer por qué se produjeron. ¿Por qué nació ETA? Para entender de una forma cabal el inicio de actividades de esta organización es necesario tener en cuenta al menos dos cuestiones básicas:

-Contexto. Es imprescindible trasladarse hasta el levantamiento militar de 1936 contra el orden establecido en España, democráticamente. O sea, contra la República. Con la ayuda del Nazismo de Hitler y el Fascismo de Mussolini, vencieron los rebeldes, estableciendo un régimen dictatorial que se mantuvo cuarenta años. La guerra civil que duró tres años, ocasionó ochocientos mil muertos, miles de detenidos, torturados, exiliados, campos de trabajos forzados, despidos en masa de funcionarios públicos no adictos al régimen... La dictadura, abolió los derechos humanos más básicos. Dejó sin efecto el Estatuto de Autonomía que el Gobierno Vasco había firmado con la República. Siguió una gran represión. Se pasó mucho miedo durante todo el periodo.

-Cuando se analizan cuestiones relacionadas con cualquier tipo de violencia, es indispensable tener en cuenta la existencia genética que todos los seres humanos tenemos, sin excepción alguna, desde el nacimiento hasta el final de la existencia: «El impulso natural a la violencia».

Este impulso está siempre alerta para reaccionar/actuar ante cualquier circunstancia: defenderse, atacar, hacer daño, venganza o cualesquier otra motivación. Pero hay una clase de violencia que se ajusta a lo que estamos tratando: «Violencia de Respuesta».

A lo largo de la historia se ha producido la violencia, organizada por grupos determinados, contra la violencia de los poderes establecidos. Obsérvese, ahora mismo, los hechos que se dan en diferentes lugares. ETA, para bien o para mal, con diferentes grados de intensidad y cualificación, como es obvio, ha respondido a este impulso. Solamente existe un modo de evitar que se produzca en cualquier lugar: no habrá violencia de respuesta cuando los parlamentos, tribunales y gobiernos de los estados respeten, exquisitamente, los derechos humanos; de las personas y de los pueblos. Las Constituciones, leyes, reglamentos, normas... tienen que estar subordinadas a estos derechos básicos. No basta la proclamación de principios, ni siquiera la educación, que es muy limitada en estas cuestiones. Los ciudadanos y ciudadanas mínimamente informadas conocen bien los derechos básicos de las personas y de los pueblos.

Lo deseable y lógico sería poder realizar un relato completo, veraz y ecuánime de lo sucedido. Partiendo de una fecha crucial en el devenir de los hechos y acontecimientos: 18 de julio 1936, o sea, desde el levantamiento militar contra el orden establecido democráticamente y abolición de los derechos humanos básicos.

Pero ahora no es procedente, porque no hay condiciones para llevarlo a efecto. Las heridas y emociones están muy recientes, la persistencia de intereses múltiples y un desarrollo democrático deficiente impiden abordar esta cuestión con naturalidad. Posiblemente será necesario que transcurran del orden de veinte años. Hay signos que demuestran las dificultades existentes a este respecto:

-Suscitar una polémica por denominar a los presos de ETA lo que son: presos políticos y se lleve la cuestión al Parlamento Vasco... A los presos de ETA, hay que denominarlos correctamente. No se trata de satisfacer a unos o a otros, se trata de la realidad. Lo mismo ocurre con militares, policías, políticos, empresarios... que fueron encarcelados por delinquir, según los tribunales. Teniendo en cuenta la corrupción galopante, el fraude fiscal descomunal e innumerables irregularidades que se cometen, debería haber un buen número de políticos y empresarios en la cárcel.

-Reconocimiento del mal causado. Se exige a miembros de ETA y la izquierda abertzale que reconozcan el mal causado. No es razonable que se exija a alguien algo inexistente en la sociedad de la que forman parte. Efectivamente, ¿quién ha reconocido los innumerables daños producidos en el periodo comprendido (1936/2013)? Por instituciones públicas y privadas, militares, policías, tribunales, partidos políticos, Iglesia... Y ahora mismo, ¿quién ha reconocido los males causados por una política económica desastrosa que nos ha llevado a la situación actual? Nadie, ni antes ni ahora, ha reconocido nada.

-Ante la gravedad de la información relativa a la infracción de derechos humanos por parte del Estado, al gobierno de Rajoy, a través del ministro de turno, no se le ocurre más que alegar que la policía española es ejemplar... lamentable. No hay categoría.

-Se dan muchas señales. Obsérvense los comportamientos de los que deben implicarse.

Ahora, lo urgente, lo acuciante, es afrontar la situación de extrema gravedad que está afectando a miles de personas, en la sociedad vasca. Toda la energía y fuerza disponible hay que utilizarlas en la superación de esta situación en el menor tiempo posible. Hay mucha angustia, temor, miedo ¿terror?... Se esta sufriendo mucho, muchísimo. Hay que salir de este atolladero.

Es deseable que ETA se disuelva definitivamente y se normalice la situación de presos y exiliados. Que la convivencia entre la ciudadanía comience a fraguar. La convivencia, conviene recordar, se normaliza conviviendo, como se ha hecho siempre, no hay que obsesionarse. Es imprescindible abandonar actitudes de odio, rencor y venganza y estimular la solidaridad y la empatía. La observación serena de la sociedad nos muestra el sufrimiento de muchísima gente, que no tiene ninguna culpa de su situación. Comencemos.

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