Hoy da comienzo, con el tradicional despliegue de conciertos de la Jornada Inaugural, la 74 edición de la Quincena Musical de Donostia, el decano de los festivales clásicos del Estado y cita musical ineludible de la ciudad tras el Jazzaldia. Con un presupuesto sensiblemente inferior al de 2012, en una inercia de recortes que viene cebándose con el festival en los últimos años, la Quincena vuelve a apostar por la cantidad (alrededor de setenta actividades por toda Gipuzkoa, incluyendo conciertos, ballets, ópera y proyecciones cinematográficas) y una programación, si no tan esplendorosa como cuando se doblaba el presupuesto, sí muy esforzada y de cuidada calidad artística.

El suceso que conmemora esta edición de la Quincena Musical es la quema y posterior reconstrucción de Donostia hace 200 años, durante las guerras napoleónicas. Para ello se ha vertebrado la programación en torno a una serie de obras que «muestran el horror y la insensatez de la guerra, así como la inextinguible voluntad de resurgir del ser humano». Aunque la temática se filtra por todos los ciclos del festival y estará presente en muchos de los conciertos, son tres las grandes citas que han preparado los organizadores. El próximo domingo, 4 de agosto, la magnífica Orquesta del Teatro Mariinsky de San Petersburgo, junto al Coro Easo y a las órdenes del gran Valery Gergiev, abordarán la «Sinfonía nº13, Babi-Yar», de Shostakovich, que rememora la matanza de 34.000 judíos en el barranco ucraniano de Babi-Yar durante la Segunda Guerra Mundial. No será la única actuación del tándem Mariinsky-Gergiev, que ya pasó por la Quincena en 2010, pues un día antes, el sábado, ofrecerán también un programa Wagner/Tchaikovsky/Brahms con la participación del joven violonchelista Alexander Buzlov.

Tras la velada dedicada a la destrucción, la Quincena rendirá homenaje a la inextinguible fuerza de la voluntad humana para superar la adversidad, en la segunda gran cita en torno a la quema de Donostia. Será el 24 de agosto y de manos de otra orquesta y director amigos del festival: la Orquesta de la Radio de Frankfurt y Paavo Järvi, que interpretarán una de las grandes sinfonías del siglo XX, la «Inextinguible» del danés Carl Nielsen, autor no tan popular en los países del sur de Europa pero del que Järvi ha sido siempre inagotable defensor. Antes de la «Inextinguible», la joven Alina Pogotskina, que tan buena impresión dejó hace unos meses en su paso por la temporada de la Orquesta de Euskadi, sumará sus fuerzas a las de la orquesta alemana para interpretar el célebre «Concierto para violín», de Tchaikovsky.

La tercera gran cita del verano estará dedicada a la reconstrucción de la ciudad, y será a través de la interpretación de la totémica «Sinfonía nº2» de Mahler, conocida como «Resurrección». Será en el último día del festival, que simbólicamente se clausura este año el 31 de agosto, y se harán cargo de ella la Orquesta Sinfónica de Galicia y el Orfeón Donostiarra, junto a las cantantes Arantza Ezenarro y Michelle DeYoung, y la batuta de Víctor Pablo Pérez. Además de la «Resurrección», la orquesta gallega ofrecerá otro concierto un día antes, el 30, en el que destacan las preciosas «Cuatro últimas canciones» de Richard Strauss en la voz de Ainhoa Arteta.

Aún pasarán tres orquesta más este verano por Donostia. La JONDE, que el día 5 rendirá tributo a los cien años del tumultuoso estreno de «La consagración de la primavera» de Stravinsky. Y la de casa, la Orquesta Sinfónica de Euskadi, que no solo se hará cargo del foso en las dos representaciones de «La Traviata» -11 y 13 de agosto, con Desirée Rancatore como Violetta Valery, que ha cosechado muy buenas críticas en su debut del personaje en El Escorial con esta misma producción-; la OSE protagonizará también un concierto junto a la Coral Andra Mari y el Trío Ludwig, el 20 de agosto, con un interesante programa en el que destaca la «Missa in Tempore Belli» de Haydn. Por último, la sexta orquesta que visitará está edición de la Quincena Musical será la Orquesta de Cámara de Escocia, junto a uno de los directores jóvenes más requeridos del momento, Robin Ticciati. En dos conciertos, el 27 y 28 de agosto (el segundo de ellos junto al Orfeón Donostiarra), repasarán obras tan conocidad como la «Sinfonía nº3, Heroica» de Beethoven o el «Requiem» de Fauré.

En paralelo a las grandes citas sinfónicas, que son las que más público convocan en el Kursaal, la Quincena vuelve a ofertar infinidad de propuestas de pequeño formato en las que se esconden algunos de los tesoros de esta edición. El Ciclo de Música Contemporánea guarda algunos de ellos, por ejemplo el recital que ofrecerá el pianista Wilhem Latchoumia el día 22, con las impactantes «Variaciones» sobre «El pueblo unido jamás será vencido» de Rzewski, muy raramente interpretadas por su enorme dificultad. También visitará este ciclo el extraordinario Cuarteto Diotima, tocando obras de Lazkano y Boulez, y del más internacional de los conjuntos contemporáneos vascos, el Ensemble Kuraia.

En el Ciclo de Música Antigua, que se celebra entre el 5 y el 9 de agosto, destacan las actuaciones del gran violinista barroco Enrico Casazza, tocando grandes obras para el instrumento del siglo XVII, y del magnífico conjunto aragonés Al Ayre Español, en un monográfico dedicado a Haendel. También se podrá escuchar mucha música antigua en el marco del XXX Curso de Órgano Romántico, que comienza mañana con un concierto homenaje al 150 aniversario del Órgano de Santa María y que, hasta el día 9, permitirá escuchar a algunos de los mejores organistas de Europa.

En adición a los eventos que se desarrollan en Donostia, el festival ha programado también dos excursiones y una decena de conciertos en diversas localidades de Euskal Herria, en lo que se conoce como Quincena Andante. Por Zumaia, Amurrio, Orio, Araia, Zarautz, Hondarribia, Pasai Donibane, Irun, Arantzazu y Zubieta pasarán este año intérpretes tan destacados como Ainhoa Arteta, Pilar Vázquez o el Cuarteto Bretón.