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UDATE | GIRA EUROPEA DEL EX DIRE STRAITS

«Fiesta» celta con Mark Knopfler en Ilunbe

Luces en vez de traje de luces, whistles en vez de banderillas y mástiles en vez de astados; la noche del pasado martes Mark Knopfler asaltó el coso donostiarra con un octeto folkie de sonoridad celta, en un concierto amable para el relax veraniego.

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Con el techo semidescubierto y sillas en la arena -todos los espectadores estaban sentados-, son más de 5.000 espectadores los que esperan el inicio del espectáculo. Muchas parejas maduras, madres con hijas y cuadrillas de jóvenes (guitarristas) entre la asistencia, repleta de franceses y aficionados con camisetas de la anterior gira del artista, la «Get Lucky» que pasó por la plaza de toros de Vista Alegre, en Bilbo, en julio de 2010. Aquí ya no hay toros, pero, en víspera de festivo (San Ignacio) Ilunbe huele igualmente a «fiesta». Tras la sonora pitada de un público cada vez más impaciente, un speacher con chaqueta de la «Union Jack» introduce al guitarrista escocés; el octeto salta a escena a las 22.15. Mark Knopfler (1949, Glasgow) presenta su última referencia en solitario -séptimo album de estudio y doble cd-, titulado «Privateering» (2012), del que extrae, tras abrir con «What It Is», tres temas: «Corned Beef City», la canción que da título al disco y «I Used to Could» que precede a «Romeo and Juliet», primer tema de Dire Straits que interpreta.

El sonido es bueno, sorprendente para una plaza de toros, y la sonoridad folk, de aires celtas, es pronunciada en temas como «Father and son». Hay menos blues y poco rock&roll, exceptuando «I dug up a diamond», interpretada en cuarteto acústico. Impasible con cualquiera de la media docena de guitarras que utiliza -sobre todo una telecaster rojiblanca-, Knopfler, sin cinta ya en la frente pero con muñequeras negras, se acompaña de Ian Thomas (batería), Glenn Worf (bajo y contrabajo), Guy Fletcher (teclados y guitarra), Jim Cox (piano, acordeón y teclados), Richard Bennett (guitarras y mandolina), además de Michael McGoldrick (whistles y gaitas) y John McCusker (cítaras y violín). Un octeto de lujo que se amolda a las exigencias del directo, actuando ahora en eléctrico ahora en acústico, ya sea en cuarteto o sexteto -a veces con cinco músicos a las cuerdas-.

Tras «Postcards from Paraguay» y «Marbletown», «Telegraph Road» marca el punto álgido de un directo easy listening, al cerrar la actuación y ser el único tema en el que Knopfler saca chispas a su guitarra, y uno de los pocos de Dire Straits que se escucha

¿Hastío?

Nadie duda de que el afable Mark sea un mago de las seis cuerdas, pero convendría concordar que toca sin tensión ni pasión, por lo que uno se pregunta si está cansado, no más que relajado o, peor aún, aburrido de tocar sus temas una y otra vez -su gira europea comenzó en mayo y finaliza hoy en Palafrugell, tras 72 conciertos en 25 países-. «Es su estilo», nos confiesan los fans a la salida. Pero no, pues el propio Knopfler muestra sus «defectos». Al inicio del bolo se dirige al público diciendo que «vosotros decidiréis cuánto tiempo durará el concierto»; para calcar después el show ofrecido un día antes en Gijón (o en Málaga, Barcelona y Madrid), con la única variación de «Gator Blood» o «Song for Sonny Liston». Hora y media exacta de actuación, y piñón fijo en los bises. La celebrada «So far away», de Dire Straits, y «Going home».

Poco importa, pues el público está encantado. Cada final de canción se acompaña de una ovación, y tras «Thelegraph Road» suena el «oe oe» habitual. La gente corre a primera fila, desde donde sigue los bises. Es solo un puñado de jóvenes el que no ha quedado saciado, pues a diez minutos de la finalización del bolo sigue gritando: ¡«Sultans of swing»!

Anartz BILBAO

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