La marcha en bici desobediente con el TAV llegará hoy a su última etapa, con meta en Donostia, tras un extenso recorrido por un buen número de municipios, en los que han puesto el acento en la necesidad de «moverse y actuar a favor de la tierra» frente a proyectos con gran coste económico y ambiental, como el de la alta velocidad ferroviaria en Euskal Herria. En el camino han escuchado y se han unido a las luchas de otros colectivos contra proyectos «destructivos» como el fracking, las autopistas eléctricas, las incineradoras, la plataforma logística de Lezo-Gaintxurizketa o el superpuerto de Jaizkibel.

En los últimos días los ciclistas se han detenido, por ejemplo, en Zubieta, afectada por el proyecto de la macrocárcel, que sigue adelante, y el de la incineradora -paralizado por el Consorcio de Residuos- cuyo impacto es «sobrecogedor por sus dimensiones». A su paso por Zarautz, la marcha organizada por el movimiento ciudadano contra el TAV Mugitu, se unió a surferos de la localidad «en apoyo a los tartalaris imputados por los tortazos contra el TAV a Yolanda Barcina».

Frente a «los destrozos»

La marcha desobediente se detuvo también en Hernani para contemplar «los destrozos de la obra del TAV». «Manzanos centenarios, entornos rurales, tierras fértiles y decenas de árboles han sido destruidos», según denunciaron. Los ciclistas desobedientes también pudieron «constatar los impactos» que genera la construcción de la subestación eléctrica.

En el plano más positivo, otra vez la solidaridad, expresada en momentos como el vivido en la sociedad Zipotza de Astigarraga, donde recibieron a los opositores al TAV con un sabroso almuerzo, aunque más tarde tuvieran una cita con los productores de grupos de consumo que cultivan la zona afectada en Gaintxurizketa por el proyecto de plataforma logística.