CONVULSIÓN POLÍTICA EN EGIPTO
«Sólo puedes ser periodista en Egipto si escribes a favor del golpe»
Semanas después del golpe de Estado decenas de periodistas han sido expulsados de sus respectivos diarios por su no alineamiento con los militares. Incluso varios de ellos han sido amenazados de muerte.
Andoni LUBAKI
El Cairo
No es que apoyara a los Hermanos Musulmanes pero tampoco era partidario de un golpe militar para derrocar a un presidente elegido democráticamente», afirma Ibrahim, joven periodista de Alejandría quien usa ese nombre por miedo a represalias. Y es que llegaron presiones «desde muy arriba« para que la redacción de su periódico expulsara a todo aquel que pudiera causar problemas, «incitar a la violencia» en el argot golpista, bajo pena de clausura del rotativo. «Mi jefe me llamo a su oficina y me dijo que mis últimos artículos incitaban a la violencia contra el Ejército y que me buscara otro trabajo», añade Ibrahim. Afirma también que no es el único de su redacción que se ha visto de la noche a la mañana en la calle. «Ha pasado lo mismo en otros periódicos, televisiones y radios. Algunos los han clausurado sin más, bajo pretexto de alentar a las masas en favor de los Hermanos Musulmanes», como por ejemplo la televisión Misr25, cerrada por orden militar a los pocos días del golpe de estado.
Sólo los medios internacionales están informando de lo que sucede en la concentración de Raba Al-Dawhia, donde miles de personas (según los Hermanos Musulmanes cerca del millon pero sin datos oficiales por parte del gobierno interino) se concentran en señal de protesta. Pasear por ese campamento improvisado y caótico es un continuo recibir saludos de la gente que pasea o duerme allí. «Os agradezco a los medios internacionales que vengáis aquí a contar lo que pasa en nuestro país», señala Suhat, un hombre de 63 años que afirma que ha venido «por rabia, más que por apoyo a la causa de Morsi (...) Si miras a tu alrededor verás pocos periodistas locales, y los que hay trabajan para medios internacionales».
Acudo a un tumulto donde la gente se agolpa alrededor de una cámara y un periodista con micrófono. Busca declaraciones de los concentrados en las protestas. Al acabar les pregunto por su procedencia. «Soy egipcio, pero no te voy a decir mi nombre ni el canal para el que trabajo» me responde el orondo entrevistador. «Mi vida corre serio peligro si digo mi nombre. Mi voz tiene que salir distorsionada por la televisión y hace tiempo que mandé a mi familia lejos de todo esto. Mi mujer se encuentra con los niños en casa de su madre. Hemos dejado de trabajar en la redacción ya que el 4 de julio apareció con la puerta quemada y con panfletos que nos amenazaban. Estoy muerto de miedo, pero no puedo parar de contar. Es mi oficio», reivindica.
El cámara, que a duras penas habla inglés, explica que «los vecinos que saben de lo que trabajas y si son afines al golpe te señalan al entrar en casa. Un vecino incluso me intentó quitar la cámara con el pretexto de que contaba mentiras». Alarmado, les pregunto cómo cubren escenarios como la plaza Tahrir, feudo de los defensores del golpe. «Si empiezas a trabajar aquí -dice, refiriéndose a la concentración de los Hermanos Musulmanes- no puedes moverte libremente a otro lado. Tenemos a otro equipo cubriendo la zona de los opositores a Morsi. Y como muchos de esos sitios están rodeados de militares y policías tenemos que tener mucho cuidado para entrar y salir. A la prensa extranjera os respetan un poco más, ya que saben que cualquier cosa que os puedan hacer tendrá un efecto mediático mayor que si se lo hicieran a un egipcio. Al terminar nuestro trabajo, nos alejamos andando de esta zona, donde tenemos a un chófer que nos espera, escondemos las cámaras en el coche y nos deja en casa», señala.
Clausura de medios de comunicación
Varios medios «afines a los exaltadores islamistas» -según la cúpula militar- han sido clausurodas estos días. Entre ellos se encuentra la cadena Misr 25, que horas después del golpe de estado encabezado por el general Al Sissi fue cerrada y sus trabajadores detenidos. También pasó lo mismo con la filial de la cadena qatarí »Al Jazeera», que emitía el derrocamiento de Morsi y la salida del Ejército a la calle cuando fue clausurada. Los 28 trabajadores que se encontraban en la oficina en ese momento, que fueron puestos en libertad con cargos de «exaltación terrorista» e «incitación a la violencia», no han podido seguir trabajando.
Muchos de ellos como Fadel, se encuentran en las protestas. Este joven periodista, afín a la ideología de los Hermanos Musulmanes y que habla en perfecto español, explica que «yo no incitaba a nada. Siempre he sido muy comedido a la hora de contar lo que pasa en las calles de Cairo. Pero los militares no lo creen así. No quieren testigos ni información que les contradiga».
«Al Hafez», «Al Nas» y «Al Rahma», de inspiración salafista, fueron también clausuradas. Varios ejemplares de «Al Rahma», se encuentran disponibles en las concentraciones pro-Morsi de Nasser City sin que nadie pueda explicar de qué forma han podido esquivar la censura y llegar hasta sus lectores. «Lo que el Ejército pretende es que los Hermanos Musulmanes se queden sin ningún medio de comunicación, ahogar así sus demandas de una restauración de la democracia. No oír, no ver, no hablar».
En algunos casos el Ejército no ha dado explicaciones por el cierre de medios. Sus trabajadores se encuentran con la puerta de su redacción cerrada, como le pasó al periodista Abdullah. Este joven, acampado en la zona universitaria, es partidario de la ideología salafista y denuncia «la nueva intromisión de EEUU en Egipto. Hay varias pruebas de ello, como la ayuda de varios millones de dólares en armas que nada más producirse el golpe fue aprobada por el gobierno de Obama. Sin medios de comunicación, no podemos denunciar esos actos de invasión en nuestra soberanía. Los golpistas hacen lo que quieren sin medios alternativos»
Twitter y Facebook
Cualquier periodista egipcio que se precie lleva consigo un smartphone y está conectado a la red Twitter las 24 horas del día. Resulta paradójico que muchos de los activistas que utilizaron la red para derrocar a Mubarak alaban ahora a los generales golpistas egipcios, como es el caso de Islam Safiyyudin, quien tiene en su muro de Facebook fotos de ellos con mensajes como «Gracias» o «Feliz cumpleaños».
Por contra, ahora son los leales a Morsi los que hacen un uso masivo de la red para informar de las actuaciones, charlas, comentarios... No es extraño ver a gente grabando con sus móviles las oraciones, mítines y carteles que cuelgan con las fotos de los muertos por la represión. «Los subo a Youtube, ahí el Ejército no puede hacer nada. Así mostramos al mundo lo que realmente está pasando» explica Abdulrahman Zaid, estudiante de informática mientras graba el mitin de una mujer en Naser City.
El Gobierno impuesto por el golpe de Estado en Egipto encargó ayer a la Policía que ponga fin a las concentraciones de los partidarios del derrocado presidente Mohamed Morsi. Miles de seguidores de los Hermanos Musulmanes acampan desde el golpe en las plazas de Rabaa al Dawhia y al Nahda, en El Cairo. El Gobierno los considera «una amenaza para la seguridad nacional». El ministro de Industria y Comercio, Munir Fakhry espera que la Policía los expulse «con el menor número de pérdidas humanas posible». Los islamistas, sin embargo, rechazaron la amenaza y anunciaron que continuarán concentrados. Además, su guía supremo Mohamed Badie, ha sido acusado de «incitación al asesinato» de manifestantes. GARA
de la sucursal de «Al Jazeera» fueron detenidos y acusados de «exaltación del terrorismo». Ahora están en libertad bajo fianza pero en la calle.