Desde que batiera a Michael Phelps en la final del 400 estilos de los Juegos de Londres, Ryan Lochte fue considerado su heredero. Debido a la inmediatez que exige el deporte profesional, este Mundial de Barcelona debía ser el marco donde el de Rochester debía corroborar que es el hombre llamado a cubrir el hueco que dejó el de Baltimore tras su retirada, pero la presión lo pudo y la insatisfactoria plata del 4x100 y su medalla de madera en el 200 libre parecían desheredarle de esa condición. Sin embargo, su oro en los 200 estilos del jueves ya fue un signo de recuperación y ayer, la víspera de su cumpleaños, se reivindicó con dos oros -200 espalda y 4x200-, además del mejor tiempo en los 100 mariposa, todo ello en apenas 90 minutos.

El de ayer era el test definitivo de la versatilidad del nadador neoyorquino y lo pasó con nota. Lochte comenzó su apretadísimo programa con la final de los 200 espalda, una disciplina en la que aspiraba a mantener el oro conseguido en Shangai en 2011 y convertirse en tricampeón. Lochte salió decidido a cortar de raíz cualquier género de dudas y dominó de principio a fin una prueba en la que, con los japoneses Irie y Hagino, lejos de sus tiempos, su principal rival fue el polaco Radoslaw Kawecki, que batió el récord continental para colgarse la plata. Tyler Clary fue bronce, con lo que Estados Unidos es el primer equipo en colocar a dos nadadores en el podio por quinta vez en esta prueba.

Sin embargo, Lochte guardaba mucho más. Casi sin tiempo a recuperar el esfuerzo, el neoyorquino volvió a zambullirse en el agua para, desde la calle uno, lograr unos magníficos 51.48, el mejor crono para la final de los 100 mariposa de hoy. No era suficiente, para suceder a Phelps la gesta a realizar debe ser grande, y exigía otra exhibición.

Esta llegó para cerrar la jornada, en el relevo largo, donde Estados Unidos se impuso por delante de Rusia y China. Tras una primera posta magnífica por parte de Izotov y Agnel, Lochte saltó al agua en segunda posición para culminar en el último viraje una remontada que dio a su equipo una primera plaza que ya no perdió con un relevo en 1.44.98. Un tiempazo solo ensombrecido por el último relevo chino, de Yan Sun, que voló en 1.43.16 para arrebatarle el bronce a Francia.

Campbell logró su primer oro

Cronológicamente, la jornada vespertina arrancó con la confirmación, por fin, de Cate Campbell en los 100 libres. La australiana confirmó así todas esas expectativas que creó en su aparición. Incluso en el primer largo soñó con poder batir el récord mundial, mejorándolo en 61 centésimas. Ganó por delante de Sarah Sjostrom (52.89), campeona en Barcelona de los 100 mariposa, y Ranomi Kromowdijojo (53.42). Missy Franklin, que salía a por su quinto oro, solo pudo ser cuarta.

Tampoco fue una sorpresa el triunfo del húngaro Daniel Gyurta en los 200 braza, que se colgó el oro con el récord del campeonato. El magiar es un genio de la estrategia, controló la carrera, fue séptimo en el paso por los 100, pero en el último giro ya era primero y ganó con autoridad, para convertirse en el primer nadador con tres oros en esta prueba. El podio lo completaron el alemán Marco Koch y el finlandés Matti Mattsson, que logró la primera medalla para su país tras 19 años de sequía en las pruebas masculinas.

Yuliya Efimova utilizó una táctica similar para dar la sorpresa y superar a Rikke Pedersen en los últimos metros y proclamarse así campeona del mundo, un título que se le escapó en Shanghai 2011. Además, aunque sin récord, bajó de los míticos 2,20 y se convirtió en la primera rusa con dos oros mundiales (se proclamó campeona de los 50 braza en Roma 2009).