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Julia Lezhneva, la más joven estrella del canto, llega a la Quincena Musical donostiarra

Julia Lezhneva, una de las estrellas más jóvenes del firmamento lírico, ha pisado los más importantes escenarios de Europa. Llega esta tarde a la Quincena para un recital en el que visitará arias del Barroco al belcanto.

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Mikel CHAMIZO | DONOSTIA

Podría confundirse con cualquiera de las jóvenes turistas que visitan Donostia durante el verano, pero Julia Lezhneva, a sus 23 años, es ya una de las voces con más proyección del panorama internacional. La soprano rusa, que ya apuntó maneras cuando ganó el Concurso Internacional Elena Obraztsova con 17 años, obtuvo la ayuda de la legendaria soprano Kiri Te Kanawa, activa protectora de jóvenes promesas de la música. «De vez en cuando aparece una artista de excepcional talento, y creo que Julia Lezhneva es una de ellas», afirmó la neozelandesa. «La luminosidad de su voz y su técnica son realmente impresionantes».

Tras el empujón que le dio Te Kanawa, Lezhneva vio multiplicarse su agenda. Fue a partir de 2010, año en el que estableció duraderas colaboraciones con los directores de música antigua Giovanni Antonini y Marc Minkowski. Pero su gran boom se produjo el pasado verano en el Festival de Salzburgo, con un «Tamerlano» de Haendel en el que compartió escenario con Plácido Domingo.

«Hubo varios donostiarras que habían estado en el Festival de Salzburgo y que al llegar aquí me la recomendaron», recordaba Patrick Alfaya, director de la Quincena Musical, durante la rueda de prensa que se celebró ayer. «Afortunadamente ya conocíamos a Lezhneva del Festival Rossini de Pésaro y teníamos apalabrada su actuación este verano». La cita, que será esta tarde en el Victoria Eugenia, será un recital que Lezhneva ofrecerá junto a su pianista habitual, Michael Antonencko, con quien realizará «un largo viaje desde el Barroco tardío hasta el belcanto».

El programa es, de hecho, la especialidad de Lezhneva, que se mueve con igual comodidad en ambos terrenos. Los aborda, de hecho, de forma muy parecida. «Técnicamente existen diferencias vocales entre ambos repertorios», explicó Antonencko. «En la música antigua el sonido está más enfocado y el vibrato es menor. Pero cuando Julia cantó por primera vez Barroco con Minkowski este le pidió que cantara con libertad. Al ver que la voz fluye en ella con tal naturalidad decidió no hacer correcciones». «Minkowski me ayudó a confiar en la intuición», apuntó Lezhneva. «Me animó a que cantase con libertad y sin ponerme límites. A creer en la imaginación». Los únicos límites son los que impone su propia voz, la de una soprano lírica con gran capacidad para la coloratura. «De momento no quiero atreverme con papeles más pesados ni cambiar de repertorio -afirmaba ayer-. La voz va creciendo poco a poco y es muy peligroso atreverte con lo que no debes. Yo prefiero seleccionar papeles técnicamente más sencillos y disfrutar de hacer música. Es un riesgo que corremos todos los cantantes: queremos más y mejores papeles y al final eso termina siendo perjudicial para nuestra voz».

Eso no significa que el recital que ofrecerá esta tarde carezca de enjundia, pues la rusa ha escogido un puñado de piezas de gran espectacularidad. La primera parte, de temática religiosa, toma varias piezas de su último disco, «Alleluia». Serán arias de Vivaldi, Haendel y Porpora, además del célebre «Exsultate, jubilate» de Mozart. Ya en la segunda parte, Lezhneva entonará piezas que «expresan el deseo de la vida de forma más vivaz y alegre», como el «Ma rendi pur contento» de Bellini o dos grandes arias de Rossini, «La regata veneziana» de «Guillermo Tell» y el aria final, «Tanti affetti», de «La dama del lago».

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