CRíTICA: «Lo que el día debe a la noche»
Nostalgia idealizadora de la época colonial en Argelia
Mikel INSAUSTI
La película es fiel al libro en el que se basa, con todo lo que conlleva resumir una novela-río en algo más de dos horas y media de largometraje. A los lectores que les ha gustado el original literario también les agradará su adaptación cinematográfica, por cuanto ha captado el espíritu del autor, quien quería crear el «Doctor Zhivago» o «Lo que el viento se llevó» de la historia de Argelia antes de la Independencia. Mohammed Moulessehoul, disidente acogido en el Estado francés, prefirió ocultar su identidad como militar bajo el seudónimo de Yasmina Khadra, para ensalzar una supuesta concordia francoargelina que en realidad nunca existió.
El relato, que transcurre entre las décadas de los 30 y los 50, está impregnado de un aliento nostálgico que empaña el recuerdo hasta idealizarlo. La época colonial es vista como un oasis de paz, roto por el lamento de los pieds noirs que fueron expulsados de vuelta a la Metrópoli. La doble nacionalidad y el biculturalismo son defendidos a través de la existencia del hijo de un bereber criado por su tío, un farmacéutico de Orán casado con una francesa. Cuando la nueva familia se traslade a Río Salado (El-Malah), el chico, gracias a sus ojos azules, no tendrá problema en integrarse en la comunidad occidental.
«Ce que le jour doit à la nuit» es ante todo un culebrón romántico, centrado en la historia de amor imposible entre el joven protagonista nativo y una rica heredera francesa, presionada por su familia y los celos maternos. La ambientación responde a la idea de lujo colonial, en contraste con la pobreza localista convenientemente melodramatizada. Un contexto maniqueo en el que los abusos de los amos occidentales hacia los siervos musulmanes son suavizados, al estar contados de una manera anecdótica, como si fuera posible escapar a esa esclavitud y convivir en armonía con el poderoso extranjero.
La distancia del tiempo también juega a favor del discurso por la reconciliación, ya que la narración surge como una evocación desde el tiempo presente, a cuenta de quien ha cargado siempre con el dolor de la renuncia al amor de su vida.