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Raimundo Fitero

Los monos

 

Como los monos de Gibraltar, pero justo al revés. La brigada de intervención mediática de la banda organizada, está sacando pecho militar con el asunto del cemento en el Peñón. Algunos han disfrazado a Rajoy de Miguel Gila, y me parece un insulto, una falta de respeto a uno de los cómicos más incisivos y que mejor supo hacer los monólogos utilizando el teléfono como un instrumento con el que crear un antagonista al que se identificaba como «el enemigo».

Los monos de Gibraltar no quieren ver, ni oír, ni hablar, para no comprometerse. Los chicos de la banda, en su versión chulito en subidón de tinto de verano de cuarto de banderas, hablan sin ver ni oír más allá de las consignas que vienen de sus ancestros franquistas. Desaparecida en sus cuentas contables y sus deudas Intereconomía, solamente tienen a 13 TV para lanzar sus peroratas infumables. Y con Carlos Cuesta a la cabeza, que es una patología desquiciada que más que conductor de un programa con ínfulas políticas intoxicadoras tiene el estilo de participante en «Campamento de verano», para enfrentarse a las histerias de Víctor Sandoval que entró de turista para intentar ligar y montar un pollo que le diera algo más de audiencia. Y algo elevó el listón. Así están los monos.

Los chicos alimentados desde el fondo de reptiles de Moncloa han respondido como se esperaba, llevando el conflicto paranoico a portada, con lenguaje militar, porque su misión no es españolizar a los llanitos, ni acabar con el presunto paraíso fiscal allí aposentado, sino desviar la atención del asunto mollar: la corrupción que les ahoga a los miembros del gobierno y a la dirección de la banda organizada que le da soporte. Es una burda maniobra que, además, parece estar muy mal elegida en el tiempo. Porque el ex tesorero Luis Bárcenas esperará a que todos vuelvan de vacaciones para ir sacando sus anotaciones. No tienen escapatoria y llegarán los barcos de guerra ingleses a las costas gibraltareñas y los monos se reirán mucho del ridículo. Viendo y escuchando al general Monzón con sus delirios y a un miembro de la Guardia Civil en 13 TV con la cara desencajada de Cuesta, me acordé de la dictadura argentina y las Malvinas.