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Iker Bizkarguenaga | Periodista

Clásicos de verano

Hemos pasado el ecuador de agosto, y en el Arenal de Bilbo las txosnas lucen espléndidas, en Donostia se han agotado los helados y las patas de palo, y en Iruñea ya le han robado un mes al calendario sanferminero. Poco a poco se van cumpliendo todos los clásicos del verano, como las tardenoches de terrazas y tertulias, el salitre en la piel y el olor a parrilla. Y también los huecos a rellenar en la redacción por quienes no catamos ni terrazas, ni salitre ni parrillas.

Clásica también la fauna estival, empezando por las medusas urticantes, los tábanos, los mosquitos trompeteros y esas moscas gordas y de volar cansino, que se te pegan no se sabe bien dónde ni por qué, pero que te pueden acompañar durante kilómetros sin que aciertes a librarte de ellas. La sabiduría popular les da un nombre del que ahora no me acuerdo. Moscas no sé qué, ya me acordaré.

Y, por supuesto, en este listado no podía faltar la polémica que todos los años por estas fechas le da un poco de sal a una actividad política aletargada por el bochorno. En este caso viene de la mano de Carlos Urquijo, aunque, la verdad, el señor delegado no entiende de estaciones y es capaz de querellarse bajo cero o a cuarenta grados. Esta vez le ha dado por las fiestas, y ha logrado que dos jueces impidan que Pablo Gorostiaga sea pregonero en su pueblo -en el de ambos- y que veten a Jone Artola para ejercer oficialmente de txupinera. Un triunfo para los demócratas que, sin duda, vendrá acompañado por la actividad a destajo de una impresora industrial que a estas horas estará escupiendo miles de pegatinas con la efigie del Gobernador. Como si ya las estuviera viendo...

En el caso de Gorostiaga, la acometida desprende un tufo vengativo que echa para atrás. Es feo atacar a una persona que te ha ganado limpiamente en las urnas. Si los vecinos le prefieren a él, pues hay que aguantarse. Y sobre Aste Nagusia qué decir, más que Artola va a ser la txupinera más querida y recordada de la historia. Urquijo es un estratega al que solo le resta suspender un partido del Athletic porque en un fondo de San Mamés Barria han sacado una banderola de los presos.

Ah, ya me acuerdo: moscas cojoneras les llaman.

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