Las tres películas de la trilogía sobre la mujer que ha realizado el austriaco Ulrich Seidl se van a estrenar seguidas entre este viernes y el último de mes, con lo que dispondremos la oportunidad de juzgar este tríptico, que en principio iba a ser un único largometraje, en su totalidad. La primera entrega es la que mayor polémica ha desatado, incluso entre la crítica, que ha llegado a utilizar para «Paraíso: Amor» calificativos como «repulsiva», «asquerosa» e «intolerable».

Hay que recordar que el cine de su compatriota Michael Haneke, en la actualidad totalmente consagrado, también suscitó en sus comienzos reacciones negativas de lo más airadas.

Cincuentonas desnudas

Lo que ha resultado tan insoportable para algunos es la contemplación de las escenas de sexo real entre mujeres cincuentonas blancas y jóvenes africanos. Seidl no se ahorra detalle a la hora de recrear la carnalidad de las escenas, sin disimular las arrugas o la gordura de los cuerpos de ellas.

Normalmente, la queja suele ir en sentido contrario, dirigida hacia el puritanismo de Hollywood que no muestra en sus películas cuerpos de verdad, prefiriendo un falso erotismo con figuras estilizadas que solo muestran sus mejores ángulos. Parece ser que el extremo opuesto tampoco convence, o que falta preparación para tomárselo con naturalidad.

El austriaco da una visión del turismo sexual muy distinta de la que ofrecía Laurent Cantet en «Hacia el sur», al rodar en Kenia, donde los llamados «beach boys» se relacionan con las «sugar mamas» extranjeras a cambio de favores, regalos o ayudas para sus familias.