Europa. Más allá del socorrido «hay que ir partido a partido», está claro que en la mente de la parroquia rojiblanca no hay otro objetivo esta temporada que terminarla en puestos europeos. «Con la boca pequeña digo que me gustaría estar en Europa y estar en puestos importantes», reconoció esta semana el propio técnico Ernesto Valverde.

Tras el chasco del pasado curso, que acabó sin premio alguno y flirteando con el descenso, la Directiva de Josu Urrutia, incluso la plantilla, ha hecho borrón y cuenta nueva. Marcelo Bielsa es ya historia, reciente, y probablemente debidamente valorada con el paso del tiempo.

Comienza hoy la segunda etapa de Txingurri al frente del Athletic, un técnico con la confianza intacta, que ha aunado sentimientos encontrados, al que se le ha traído lo que ha pedido -el Athletic se ha gastado cerca de 16 millones y no ha ingresado ni un euro-, con una visión futbolística parecida a la de su antecesor, que necesitará un buen arranque liguero para que las dudas no asomen desde ya.

Pocos o nadie duda de que el juego que propondrá Txingurri a los leones no hará sino consolidar el gusto por un fútbol visto estos dos últimos años. Combinativo, de presión, ofensivo. Con un plantel renovado, al que se le ha dotado de fondo de armario más que un salto cualitativo en lo que a calidad se refiere; mejor seguramente que el año pasado, pero no que el de hace dos.

Probablemente esa diferencia la marque o la tenga que marcar un jugador como Beñat Etxebarria, llamado a guiar la nave rojiblanca. Del resto de recién llegados, lo dicho, aumentar el fondo de armario, que se antojaba corto. Incluso la llegada de Kike Sola parece más una necesidad de mercado que una necesidad real si la situación fuera otra. Los noveles Morán y Saborit llegan en principio para aprender. Quizá Iago Herrerín sea la agradable sorpresa.

Los que ya estaban es evidente que esta temporada tendrán menos margen de confianza si no ofrecen una mejor cara que hasta hace unos meses. Los Iturraspe, Herrera, Muniain... están obligados a crecer. Se les mirará con lupa. Hay futbolistas que deben confirmar lo que atisbaban. Pero, sobre todo, estos jugadores deben demostrar si en estos dos cursos acelerados con Marcelo Bielsa han aprendido algo. Liberados de la presión emocional y física del Loco, sería lógico pensar que den un paso al frente, que crezcan como jugadores y, en definitiva, como colectivo. Por ello las expectativas deben ser altas. Europa.

La manta

Hablamos de un equipo hecho, con retoques que deben mejoren lo habido, al que el estilo de juego de Valverde le debe resultar meridianamente conocido, sobre todo esa mentalidad ofensiva, esa intensidad en la presión arriba, ese saberse ganadores en cualquier campo que les inoculó Bielsa. A partir de ahí, se supone que Valverde lo ha tenido que tener más sencillo para imprimir su propuesta.

De momento, en lo que ha hecho hincapié es en apuntalar la frágil defensa, en cerrar espacios, en olvidarse de la tan traída defensa al hombre para hacerlo en zona. Parece que se ha mejorado en ese aspecto, pero lo de la pretemporada son fuegos de artificios para lo que viene ahora. Ahora, que te lleguen dos veces y te metan una supondrá perder puntos de oro.

Otro tanto sucede arriba. El Athletic sigue sin descargar el lastre de la falta de pegada. Lo lleva arrastrando tiempo, la falta de hombres-gol que la pasada campaña fue alarmante. Quizá ahí aporte Beñat, quizá sea la temporada goleadora de De Marcos como lo fue hace poco la de Susaeta, esperemos que Aduriz mantenga al menos sus números, que Sola eche una mano, y, sobre todo, que los defensas se suban al carro anotador.

El eterno dilema de la manta, si tapar la cabeza y descubrir los pies, o viceversa. En el gris está el equilibrio. Y esa será la tarea de Valverde. Un técnico llamado a hacer grandes cosas en el Athletic, un hombre de la casa, con experiencia fuera y dentro, con el beneplácito de directiva y afición, con gusto por el juego, con buenas dotes de mando. Listo. Inteligente. Lo tiene todo. Incluso ayer se cerró el fichaje de Mikel Rico para imprimir un mayor oficio a esa medular que tan atenta debe estar para guardar las espaldas de su vanguardia. Lo tiene todo para que este Athletic siga dando de qué hablar. Pero para lo bueno.

No hay excusas. Hay ganas, hay ambición, hay plantel. El Athletic de Ernesto Valverde debe buscar su sitio entre aquel equipo del primer año de Bielsa y el del segundo. Desde ya.