La temporada 13/14 parece nacer especialmente agitada en los despachos, con descensos administrativos, recursos, denuncias y equipos que han salvado la categoría in extremis. Todo ello consecuencia de los desmanes que en los últimos años han inflado una burbuja que da las primeras muestras de pinchazo.

Lamentablemente no hay que andar demasiado para encontrar ejemplos. No hace tanto que el Alavés tocó fondo, apuntillado por Dimitry Piterman. Deuda multimillonaria, agitación social, crisis institucional... todo ello saldado con un concurso de acreedores y la condena al fútbol de barro. Un espanto que, sin embargo, puede ser el aval del nuevo futuro albiazul. No hay lección más interiorizada que la que se experimenta personalmente. La familia alavesista conoce ahora la cara oculta de las promesas y los derroches, y es precisamente lo que le permite celebrar e ilusionarse con el inicio de un proyecto mucho más modesto, sí -tampoco queda otro remedio con los tiempos que corren, en los que apenas hay grifos que abrir, ni públicos, ni privados-, pero también más racional.

Y, sin embargo, igualmente ambicioso. No es Joxean Kerejeta, principal responsable de este nuevo Alavés, un hombre precisamente conformista. Lo reconocía él mismo nada más consumarse el regreso a Segunda A, al suspirar porque este no fuera sino «el primero de los pasos». Pero esta vez no habrá prisas, cheques en blanco y estrellas rutilantes, sino trabajo y paciencia. Dos ingredientes de resultados menos fulgurantes, pero bastante más seguros.

También es el motivo por el que el Alavés que ayer levantaba el telón liguero de la Liga Adelante se parezca tanto al que celebraba el ascenso en Mendizorrotza hace menos de tres meses. Lejos de volverse loco, buscando el aplauso público con la contratación de grandes nombres, el club ha querido mantener las piezas fundamentales de su exitosa campaña anterior.

Los directores de orquesta

Empezando por la dirección deportiva, con un Javier Zubillaga que ha demostrado saber muy bien lo que hace y que ahora comparte despacho con Sendoa Agirre, recién colgadas las botas. Y siguiendo por el banquillo, en el que Natxo González, ahora con Alberto López como ayudante, unirá su ilusión de debutante a la capacidad que ha demostrado hasta ahora en categorías más modestas.

También en la plantilla se ha buscado la continuidad. Aunque el titular de prensa, apenas un día después de que el Alavés se coronase campeón de Segunda B en Tenerife, aludiera a la docena de bajas, la verdadera noticia estaba en la renovación de casi toda la columna vertebral del equipo, con la excepción de un Juanma Delgado que no aceptó la oferta gasteiztarra e hizo las maletas rumbo a Grecia.

A los Óscar Rubio, Jagoba Beobide o Borja Viguera -este último el principal referente ofensivo de los albiazules, que acaba de prolongar su contrato hasta 2015- se ha unido una decena de jugadores de momento -porque todavía la plantilla no se ha completado-, con los que además de calidad, se ha querido aportar la experiencia en la categoría que les falta a varios de los artífices del ascenso. Es el caso de Ion Vélez, Pepe Mora o Iñagi Goitia. Pero también la ilusión y la calidad de jóvenes con proyección como Unai Medina que, tras su gran temporada en el Barakaldo, da un paso adelante de la mano del Alavés.

A todos ellos se podría unir todavía algún jugador del filial. Sobre todo Einar Galilea, que ha dispuesto de muchos minutos en los amistosos ante la escasez de centrales en la plantilla -el equipo comenzó la pretemporada solo con Luciano-, y que de momento ya ha obtenido una bonita recompensa, haciéndose hueco en la primera convocatoria oficial de la temporada.