Los conflictos bélicos y la hambruna empujan a los inmigrantes al mar
Las costas andaluzas viven esta semana un flujo continuo de inmigrantes motivado por factores tales como los conflictos bélicos, la hambruna o la persecución policial en el norte de Marruecos y, en algunos casos, el sueño de ser futbolistas, y en otros, la necesidad de escapar de una muerte segura. Los más de trescientos inmigrantes subsaharianos que han llegado estos últimos días a Tarifa (Cádiz) tienen ahora que definir su futuro tras ser interceptados.
Sergio RODRIGO (Efe) |
El camerunés Brice Bobby llegó en balsa. Quiere llegar a Alemania, donde vive su hermano, porque «allí no hay crisis». Su compatriota Petgou, que ha viajado junto a su mujer embarazada de siete meses, afirma que su objetivo es huir de «la crisis permanente de Africa».
Los subsaharianos más jóvenes tienen otros sueños, como jugar al fútbol. Muchos de estos inmigrantes son deportistas profesionales en sus países, como el camerunés Jaime, de 18 años, que ha viajado a Europa para jugar al fútbol.
Daniels Bisong, ya interno del CIE de Tarifa, está huyendo del conflicto armado en Congo, en el que murieron los ocho miembros de su familia. Cuando llegó a Marruecos intentó ir a Melilla saltando la alambrada, pero fue expulsado. Tomó la patera «tras intentarlo todo por llegar a Europa» y pasó «mucho miedo».
La ONG Caminando Fronteras cree que la proliferación de pateras en la última semana se ha dado por las redadas de los cuerpos policiales marroquíes que durante quince días se han efectuado en el norte del país. «Muchas de las personas afectadas por las redadas han tomado las balsas», comenta la investigadora Helena Melano, quien asegura que los barrios de inmigrantes en Tánger están vacíos.
Melano trabaja desde Tánger con inmigrantes subsaharianos. Lleva un control exhaustivo de las pateras que han salido al mar. «Nos llaman, nos dicen que están en el agua y nosotros nos ponemos en contacto con Salvamento Marítimo cuando ellos no pueden», ha explicado.
Tras el aviso se activa la alarma y es Salvamento Marítimo el que toma el mando para rescatar a los inmigrantes que se conectan por teléfono. «Lo normal es que llamen desde la patera. También nos llaman los cooperantes en Marruecos que saben de la salida de una patera y los buques del Estrecho», dice José Maraver, de Salvamento Marítimo.
Italia está impresionada por la cadena humana que se formó el viernes espontáneamente por bañistas de una playa en Sicilia y que ayudó a desembarcar a 164 sirios inmigrantes, muchos de ellos niños, que trasladaron en sus brazos hasta la playa. El buque que los portaba se quedó a pocos metros de la playa de Morghello, cerca de Siricusa, y los que allí disfrutaban del fin de semana del «Ferragosto», no dudaron en lanzarse al mar hasta alcanzar el buque y en formar una cadena para ir transportando a los inmigrantes a tierra firme. Imágenes con las personas en traje de baño o vestidas, metidas en el mar y que publicaban ayer todos los medios de comunicación en casi todas sus portadas, han impresionado hasta al presidente de la República, Giorgio Napolitano, quien aseguró: «Las imágenes de los bañistas que se metieron generosamente en el mar para ayudar a los inmigrantes hacen honor a Italia. Muestran cómo prevalece la solidaridad».
Pero el goteo de inmigrantes hacia Italia no cesa. Casi 300 indocumentados fueron socorridos por la Guardia Costera a lo largo de la costa siciliana durante la noche del viernes. GARA
El ministro holandés de Asuntos Sociales, Lodewijk Asscher, abogó ayer por modificar las normas europeas para combatir los excesos que, a su juicio, existen en la libertad de movimiento y hacer frente a los problemas que plantea para su país la llegada de inmigrantes del este de Europa. Asscher, en un artículo publicado en el diario «De Volkskrant», considera que la inmigración de estas personas a países como Holanda tiene «un efecto perjudicial» para los ciudadanos más pobres y menos educados de esas naciones. Estos, según el ministro, ven amenazados sus puestos de trabajo y sus ingresos por los recién llegados, que aceptan salarios más bajos y «no están habituados al estado del bienestar». «Tenemos que pensar sobre cómo podemos proteger la posición de este grupo vulnerable sin contravenir los principios de no-discriminación», señala Asscher, que firma el texto junto al británico David Goodheart. Según el ministro, un 12 % de los trabajadores de la agricultura y un 7 % de los del sector servicios en Holanda proceden de Europa central y del este. Asscher, del partido laborista, llama a analizar la situación y cree que en caso contrario la atmósfera podría «envenenarse y espolear el odio a los extranjeros». GARA