Fukushima sigue siendo un peligroso sumidero de material radiactivo que tratan de ocultar
La Compañía Eléctrica de Tokio (Tepco) dio a conocer anteayer que unas 300 toneladas de agua radiactiva de la central nuclear de Fukushima se han filtrado al exterior. El riesgo existente, que en un principio había sido situado en el nivel más bajo de una escala de uno a tres, actualmente está en el máximo. Por otro lado, un estudio del comité que lleva a cabo los test médicos de la prefectura de Fukushima desvelaba 18 casos de cáncer de tiroides en menores de edad, y otros 25 en los que se han detectado síntomas de esa enfermedad, lo que supone un aumento respecto de anteriores estudios. Probablemente no se conocen en sus dimensiones reales las consecuencias del accidente de Fukushima y su posterior gestión, pero lo sabido hasta ahora ha salido a la luz pública a pesar de los intentos de ocultación para evitar asumir responsabilidades e, inútilmente, el desprestigio de la utilización de una fuente de energía que, en beneficio de unos pocos, pone en constante peligro a la humanidad. Cabe recordar los innumerables incidentes ocurridos en la central de Garoña, una y otra vez ocultados y que, cuando tarde o temprano salían a la luz pública, eran presentados como «paradas técnicas».