En mayo de 2012, la Agencia Española para la Cooperación y el Desarrollo (Aecid) organizó en El Cairo un seminario con el objetivo de «promover un programa de gobernabilidad democrática que toma como modelo las experiencias de la transición española». «La transición española es tomada por la comunidad internacional como un modelo positivo de transición pacífica, y de hecho, se constituirá en uno de los modelos a seguir para alcanzar la plena gobernabilidad democrática en Egipto», señala la Aecid en su página web a la hora de informar sobre el seminario que organizó en el capital egipcia.

A nadie, o a muy pocos, le interesaba un nuevo Egipto, en el que sus habitantes pudieran escoger a sus gobernantes. Ni a EEUU, ni a Israel, ni a Arabia Saudí, ni tampoco a Europa. ¿Qué es eso de que gobiernen los que más votos han sacado? La democracia solo es aceptable si ganan los que queremos. En caso contrario, ponemos en marcha una campaña desestabilizadora y un golpe de Estado. La excusa de la «lucha contra el terrorismo» siempre sirve.

Ignoro si el curso organizado por la Aecid les sirvió de algo a los militares egipcios o ya se sabían de pe a pa todo lo que les contaron, que son perros viejos.

El «atado y bien atado» de Francisco Franco, el dictador que murió en la cama, ha marcado el devenir del Estado español en las últimas décadas. El objetivo, conseguido, era que siguieran mandando los de siempre.

En Egipto han ido más allá y Hosni Mubarak no ha tenido que morirse, ni marcharse al exilio con su fortuna ni nada por el estilo. Los tribunales han decidido que puede salir en libertad. Y quienes ganaron las elecciones, van a la cárcel. Estoy seguro que los problemas de salud del rais pasarán a la historia nada más dejar atrás los muros de la prisión, tal y como sucedió como Augusto César Pinochet, que mientras estaba en Londres padecía tremendos dolores y que se recuperó casi por arte de magia nada más aterrizar en Santiago.