golpe de estado en egipto
La luz verde a liberar a Mubarak apuntala la contrarrevolución
El Juzgado autoriza su excarcelación pese a estar siendo juzgado por las matanzas de 2011 y el fiscal no apelará. El «rais» que gobernó Egipto 30 años había sido condenado a cadena perpetua hace apenas un año.
Alberto PRADILLA |
Hosni Mubarak, expulsado del poder tras las protestas de enero de 2011 y encarcelado en agosto de ese mismo año, podría quedar en libertad en las próximas horas. Pese a que todavía tiene cargos pendientes, el dictador que dominó la vida política del país árabe durante tres décadas abandonará la prisión después de que el tribunal estimase su recurso en uno de los casos de corrupción que se siguen contra él. Tras varias horas de informaciones contradictorias, todo apuntaba a que Mubarak podría estar en la calle a partir de hoy mismo, aunque bajo arresto domiciliario. Con esta maniobra, el régimen golpista da otra vuelta de tuerca y empuja un poco más al país a los tiempos previos a Tahrir. De este modo, el dictador dejará la cárcel prácticamente en paralelo a la entrada de líderes de los Hermanos Musulmanes como Mohamed Morsi, presidente tras ganar las primeras elecciones celebradas tras las protestas que tumbaron al rais. El círculo de la asonada se cierra.
El rumor de una posible libertad de Mubarak había cogido cuerpo en los últimos días. Hasta ayer, cuando se daba por hecho que abandonaría la prisión de Tora en los próximos días. Un centro penitenciario en el que, por el momento, comparte reclusión con líderes de los Hermanos Musulmanes como Mohamed Badia, arrestado el lunes. «La decisión de liberar a Mubarak emitida hoy (...) es definitiva y la Fiscalía no puede apelarla», aseguró el magistrado Ahmed el Bahrawi en declaraciones a la agencia Reuters. Según medios oficiales egipcios citados por Efe, el tribunal entendería que el exjefe de Estado ya ha recibido órdenes de libertad provisional por todos los casos que se siguen contra él. Una razón para dar curso a la liberación por parte de unos magistrados tradicionalmente aliados con el antiguo régimen y que nunca fueron depurados tras la revolución.
No habrá recurso del fiscal
La decisión final de liberar a Mubarak estaba en manos de los militares, que son quienes mandan realmente en el país. Estos confirmaron las sospechas cuando anunciaron, a última hora, que le impondrían el arresto domiciliario. Unos planes certificados luego por el primer ministro golpista, Hazem El Beblawi. Ahora toca saber cuándo se confirmará su salida de la cárcel. Su abogado, Farid El Dib, aseguró a Reuters que podría darse hoy mismo. Otras fuentes citadas por el diario «Ahram» alargaban el plazo 48 horas más, a la espera de un posible recurso del fiscal. Una apelación que finalmente no se llevará a cabo, según confirmó el propio ministerio público a diversas agencias. En principio, el dictador saldría a la calle con la prohibición de abandonar el país y sus millonarias cuentas bloqueadas. Otras fuentes también apuntaban a que el «rais», de 85 años, podría ser trasladado al hospital de Sharm El Sheik, en el sur de Egipto, donde fue detenido en 2011. Posteriormente, el Ejército anunció que lo pondría bajo «arresto domiciliario».
Que Mubarak sea liberado no implica que, al menos en teoría, se le exonere de sus cargos, tres por corrupción y otro por la respresión de las protestas de 2011. Aunque también es cierto que, por el momento, ha eludido cualquier condena a golpe de recurso. Abandonar la cárcel despejaría, un poco más, el camino hacia la impunidad. En este sentido, las noticias sobre su liberación llegan, precisamente, pocos días antes de que vuelva a sentarse en el banquillo. El próximo domingo está citado dentro de una vista que se enmarca en la causa por la muerte de manifestantes durante la rebelión de hace dos años y medio. Un proceso por el que ya fue condenado a cadena perpetua pero que tendrá que repetirse después de que los jueces estimasen su apelación.
Unos entran y él sale
Lo sintomático del caso es que la cita judicial de Mubarak coincide con el inicio de la primera causa abierta contra los Hermanos Musulmanes. También el domingo, Mohamed Badia, líder espiritual de la Cofradía arrestado el lunes, afronta el comienzo de un proceso iniciado nada más imponerse el golpe de Estado y el asalto a las sedes de la Cofradía. De este modo, el antiguo régimen y el grupo que ha sostenido el primer Gobierno democráticamente elegido tras las revueltas se sientan en el banquillo al mismo tiempo. Eso sí, en un contexto mucho más favorable para el primero, ahora que el golpe de junio ha abierto la veda de la caza al islamista.
Otra de las preguntas clave será determinar el impacto social. «No creo que tenga mucho efecto. La mayoría está preocupada con terminar la confrontación e implementar la Hoja de Ruta», aseguraba el periodista Hani Shukhrallah. Por la tarde, Tamarrod anunció que saldría a la calle en caso de que el dictador dejase la cárcel. No culpó al Ejecutivo golpista sino a Morsi, el presidente encarcelado tras la asonada.
«Los jueces pertenecen a Mubarak, por lo que su posible libertad no sorprende. Lo triste es la reacción, el discurso de que los Hermanos Musulmanes son terroristas y la revolución una conspiración de la CIA», lamentaba Tarek Shalaby, activista presente tanto en las marchas de 2011 como en las protestas contra la Hermandad, aunque opuesto al golpe. Una perspectiva que resumía Karim, otro joven cairota: «si ahora Mubarak aparece en televisión podría hasta ganar las elecciones».
Los Hermanos Musulmanes condenaron la muerte de 24 miembros de las fuerzas de seguridad egipcias en un ataque armado hace dos días en el Sinaí y pidieron una investigación. Culparon a «partes desconocidas» de la muerte de los agentes y acusaron al Ejército de haber descuidado la seguridad del país desde el golpe de Estado.
La Unión Europea acordó ayer suspender la concesión de licencias de exportación de armas a Egipto, en concreto, a «cualquier equipamiento que pueda ser usado para la represión interna», pero optó por mantener las ayudas económicas al país y no cortar las vías de diálogo con El Cairo, a pesar del golpe de Estado y de la brutal represión contra los islamista. Se comprometió a volver a examinar las licencias de venta de armamento concedidas previamente y su cooperación en materia militar y de seguridad y se limitará a «revisar» las ayudas económicas a las autoridades, al tiempo que ofreció su colaboración para «retomar un proceso democrático». En su tibia respuesta, condenó el «uso desproporcionado de la fuerza» por parte de las fuerzas de seguridad, equiparándola a otros «actos violentos».
Arabia Saudí, que ha puesto todo su peso financiero y diplomático a favor de los golpistas y contra los Hermanos Musulmanes, volvió a insistir en que los países árabes compensarán cualquier freno de la ayuda occidental. GARA