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Maite Soroa | msoroa@gara.net

Lo natural es ser tan español como un botijo

Es cansino el empeño que algunos ponen en presentar las ideas, sentimientos y anhelos que no comparten como antinaturales y obsoletos. No como los suyos, que son naturales, contemporáneos y universales. Por ejemplo, Luis Haranburu Altuna, que ayer en «El Correo» cargaba contra los de siempre, para variar. Afirmaba que la ideología abertzale es una «religión política», y partiendo de esa base, escribía que «la emoción, la memoria y el linaje que sustentan el edificio de toda religión política revisten en el caso de la comunidad abertzale una urdimbre difícil de homologar en el sistema democrático vigente». ¿Será porque ese sistema, lavado de cara del franquismo, impide que los objetivos de los abertzales se puedan llevar a cabo? Pero no crean, que la melonada llega ahora: «La emoción ante la patria irredenta, el sentimiento de opresión nacional, la vibración ante la exaltación violenta o el espíritu de pertenencia al mundo heroico de los gudaris inmolados se hallan en la base de la emoción religante que constituye la comunidad de creyentes. La violencia ejercida por ETA constituye la sangre emocional que fluye en el cuerpo místico abertzale. La memoria de los padecimientos seculares y el recuerdo de quienes dieron su vida en el altar de la patria refuerzan el sentido de quienes ven en su Euskal Herria soñada el absoluto que rige sus vidas». Olvida Haranburu que igual no se siente parte de ninguna nación porque es un marciano, que en la Plaza de Oriente aun se levantan estatuas de los reyes Godos, y que el «Todo por la patria» viste los cuarteles de la Guardia Civil. Por comentar...

Luego, y tras decir que «la izquierda abertzale tiene un alma usurpadora y ha vampirizado lo mejor de la memoria y el linaje que el nacionalismo sabiniano había acumulado desde finales del siglo XIX», el columnista de Vocento afirma que «lo que urge es la `deconstrucción' de la sacralidad que la ideología abertzale contiene» y que «al nacionalismo radical, que a duras penas ha abandonado la violencia, le resta todavía la renuncia a sus postulados religiosos para participar en la controversia política sin más bagaje que sus razones». Claro, porque es la razón la única arma de quienes impiden que este pueblo decida por sí mismo qué quiere ser... Van de ciudadanos del mundo y son más españoles que un botijo.

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