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CRONIcA | golpe de estado en egipto

El antiguo régimen resurge con la excarcelación de Mubarak

Los «feloul» se refuerzan en la calle con el respaldo militar mientras se detiene a 75 dirigentes más de los Hermanos Musulmanes. El «rais», llevado en helicóptero y protegido a un hospital militar.

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Alberto PRADILLA

«Estoy contenta, excitada, llevo días pensando en que llegase este momento». Nada Mohammed, estudiante de Ingeniería de Telecomunicaciones de 21 años, es una de las egipcias que celebra la salida de la cárcel de Hosni Mubarak. No es la única. Los «feloul», quienes nunca renegaron de su apoyo al antiguo régimen, aprovechan su dulce momento tras el golpe de Estado. Con la liberación de su líder, aunque sea bajo arresto domiciliario, pueden reivindicar su herencia y su teoría de la «ley y el orden», que pasa por aniquilar a los Hermanos Musulmanes y poner en cuestión la revolución de 2011. No hay que engañarse. Esta corriente, o al menos su pensamiento, ha ejercido de Guadiana político en los últimos dos años, apareciendo y volviendo a esconderse según las circunstancias. El ambiente surgido desde la asonada del 30 de junio es el más propicio para sus intereses en mucho tiempo. Al menos en un El Cairo agotado y lleno de desconfianzas, cuya mejor definición es la penosa larga marcha verpertina que colapsa las carreteras antes de la reclusión obligada por el toque de queda de las 19.00.

«Mucha gente se está dando cuenta de que Mubarak es inocente. Quizás su régimen tuvo errores, pero es mejor que lo ocurrido desde 2011. Esto fue un desastre; una conspiración de los Hermanos Musulmanes que quieren destruir el país». Nada Mohammed vivió durante 19 años bajo una dictadura que ahora vende como el paraíso. Y así lo expresa en una página de Facebook que puso en marcha en el momento en el que Tahrir rugía contra el «rais». Se llama «Lo siento, señor presidente», pretende «honrar su historia» y tiene más de un millón y medio de seguidores. Lo paradójico de Mohammed es que nunca militó en el Partido Nacional Democrático, la formación de Mubarak disuelta tras el desmoronamiento de su gobierno. Aunque no descarta sumarse a un futuro movimiento que, en su opinión, ya se está gestando. «Saldremos a la calle a celebrar su libertad», afirmaba.

La restitución del régimen

Mucho antes de que Mubarak dejase atrás las rejas, decenas de sus simpatizantes habían desempolvado sus fotografías, omnipresentes en cualquier rincón de Egipto antes de 2011, para plantarse ante las puertas de la cárcel de Tora. No pudieron verle, ya que el dictador fue trasladado directamente al hospital militar de Maadi, en el sur de El Cairo. Allí, por el contrario, nadie aguardaba al «rais». A última hora, miembros del Ejército custodiaban los accesos apoyados por varios camiones policiales. Los que pasaban frente al enorme edificio vallado suficiente tenían con soportar el atasco de vuelta a casa.

Que Mubarak ya no esté entre rejas permite que sus seguidores asomen la cabeza. Aunque ya venían haciéndolo en las últimas semanas. Justo después de la asonada aparecieron pintadas exigiendo su liberación. Incluso se atrevieron a reivindicar que la parada de metro dedicada a los mártires de la revolución volviese a su nombre original: el del mismo Mubarak que ordenó la represión. El gesto juega con la simbología, pero el régimen militar ha hecho mucho para redimir la vieja estructura. Hace apenas 15 días, la purga de gobernadores nombrados por los Hermanos Musulmanes terminó restituyendo a oficiales del antiguo régimen.

«Mubarak era bueno, el mejor presidente que hemos tenido». Mohamed Nabil, dueño de una destartalada tienda en Sherif Street, en el centro de El Cairo, enumeraba la lista de valores que un sector de la sociedad egipcia reivindica del dictador. «Nos dio una policía fuerte, no había Hermanos Musulmanes, toda esta calle está con él», afirmaba. Ahí está la clave. El discurso del «que no haya jaleo» seduce a las personas de orden. Especialmente, a aquellos que trabajan en cuestiones relacionadas con el turismo, que llenaron sus bolsillos durante la dictadura y que ahora claman por el descenso de visitantes. Quieren un líder fuerte y están dispuestos a sacrificar cuestiones que consideran secundarias.

«Los egipcios olvidamos todo. Lo importante es tener trabajo, un buen apartamento...» Mustafa Hasim, de 30 años y trabajador en una de las oficinas de viaje de la plaza Tahrir, representa ese otro sector basado en el «laissez faire». Se les llama «el partido del sofá». Siguieron las protestas a través de la televisión y ahora quieren normalidad, aún a costa de la «mano dura», centrada en los islamistas. «Si Mubarak sale de la cárcel no diré nada. Está en manos de un juez», certificaba Hassan Salah Edin, tendero en el centro.

Manifestaciones para hoy

Lo de mirar hacia otro lado se ha extendido también entre personas que hace dos años y medio se dejaron la piel en las calles. Muchos anteponen su odio a los Hermanos Musulmanes y abrazan a los golpistas, por lo que intentan minimizar el impacto sicológico de la libertad de Mubarak. Quizás por este motivo, ayer apenas una veintena de jóvenes se concentró en el puente de Qasr El Neil, a escasos metros de Tahrir, que permanecía sin un alma. Mostraban imágenes de los muertos durante la represión de 2011 y exigían juicio a Mubarak, Husein Tantawi, jefe de la Junta Militar, y Mohamed Morsi. Las protestas podrían coger cuerpo hoy ya que los Socialistas Revolucionarios han convocado a las 13.00 horas frente al Palacio de Justicia y los islamistas llaman a un «viernes de los mártires».

Quizás fuese casualidad pero, hace dos días, en un Ministerio en Nasr City, un retrato de Mubarak aguardaba en una habitación contigua al salón de actos. Con 85 años no parece que su rostro vuelva a colgar de las paredes. ¿Podría ser su hijo una opción? Con la hermandad entre rejas, los militares al mando y los «feloul» redimidos, Egipto se parece cada vez más a su pasado.

 

JUICIO EL DOMINGO

Hosni Mubarak y líderes de los Hermanos Musulmanes como Mohamed Badia coincidirán ante los tribunales el domingo. El primero acudirá desde el hospital mientras que los segundos serán trasladados desde prisión.

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