La heterogénea coalición de oposición tunecina, que agrupa desde a los nostálgicos del antiguo régimen a la mayoría de la izquierda, rechazó la propuesta de salida de la crisis del Gobierno de mayoría islamista, que evocó su posible dimisión acompasada a unas negociaciones para salir de la crisis.

La propuesta fue presentada por el poderoso sindicato UGTT, que se presenta como mediador en el conflicto y realmente se ha convertido en árbitro, parcial, del futuro de Túnez. La víspera, el partido islamista Ennahda (en el poder en coalición con formaciones laicas), presentó a UGTT la posibilidad de que el Gobierno dimita pero tras un proceso negociador para sortear la crisis surgida por la muerte de dos políticos de izquierda a manos de un grupo salafista.

Por contra, el Frente de Salvavión Nacional, que agrupa a formaciones como Nidaa Tunis (formación heredera del partido del depuesto presidente Ben Ali) hasta la izquierda, insiste en exigir la disolución inmediara del Gobierno y la formación de un ejecutivo de tecnócratas.

Mantiene, por lo tanto, la convocatoria de una semana de movilizaciones que arrancará hoy a las 5 de la tarde ante la sede de la Asamblea Constitucional. Poco le ha satisfecho que Ennahda (versión de los Hermanos Musulmanes tunecinos) accediera a suspender los trabajos de la citada asamblea para presentar un proyecto de Carta Magna. La formación islamista realizó ese gesto, criticado por otros sectores por ilegal, para iniciar un proceso de diálogo con la mediación de UGTT.

La confederación sindical, con medio millón de afiliados, es decisiva para inclinar la balanza a un lado u otro en la batalla política que se libra en Túnez.