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Cornell Woolrich: el «hard boiled» elevado a la enésima potencia

La publicación de «Rendez vous en negro» por parte de la editorial RBA recupera el perturbador suspense de Cornell Woolrich (1903-1968), uno de los escritores menos conocidos de la edad de oro de la novela negra estadounidense. Autor de clásicos como «La ventana indiscreta», su prosa sirvió de inspiración a autores posteriores como Stephen King.

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Jaime IGLESIAS

En el olimpo de la novela negra pura (si es que puede apelarse a semejante denominación para un género que ha conocido todo tipo de derivados, evoluciones y sucedáneos) siempre han figurado, sin discusión, Dashiell Hammett y Raymond Chandler, favorecidos no solo por su talento y por su carácter pionero, sino también por la inmensa popularidad de los personajes que salieron de sus plumas: Sam Spade y el Agente de la Continental, en el caso del primero y el inimitable Philip Marlowe por parte de Chandler. El carecer de estos personajes-fuerza que, con el paso de los años, alcanzarían status de franquicia literaria, hizo que muchos otros autores, coetáneos a ambos escritores, tardasen más de la cuenta en obtener el reconocimiento debido, por mucho que sus obras se encuadren en ese mismo registro de renovación de la novela criminal que el propio Raymond Chandler bautizó como hard boiled, atendiendo no ya sólo al estilo directo y a la capacidad para crear atmósferas insanas de puro realistas, sino a la explotación premeditada y con un punto epatante de ciertos elementos (violencia, erotismo, fracaso) vinculados a dichos escenarios. Está el caso de Horace McCoy que hizo del naturalismo su mejor coartada para escribir novela negra prescindiendo prácticamente de tramas detectivescas, o la explotación del mito de la femme fatale en las obras de James M. Cain, o la vertiente abiertamente pulp y desabrida de Mickey Spillane.

Con todo, y a pesar de la revalorización que está viviendo la novela negra, sorprende el escaso eco que aún encuentran ciertos autores que se cuentan entre los más prolíficos del género, verdaderos destajistas de la literatura popular, firmas recurrentes en revistas como «Black Mask» o «Mistery Magazine» (en las que terminó por forjarse el hard boiled) y asalariados de Hollywood a tiempo parcial para la revisión o escritura de guiones. Si hubiera que sintetizar en un nombre este perfil profesional, tan característico de los jornaleros de la literatura estadounidense en los años 30 y 40, bien podríamos hacerlo en Cornell Woolrich, figura apenas conocida para muchos. Claro que él tampoco lo puso muy fácil para darse a conocer, firmando la mayoría de su producción bajo pseudónimo, siendo el de William Irish el que más fortuna hizo.

Y, sin embargo, algunos de los títulos que emanaron de su pluma son por todos conocidos gracias al cine, como «La ventana indiscreta» o «La novia vestía de negro» (que dio lugar a una de las más célebres películas de François Truffaut). Precisamente este último título fue lanzado al mercado en castellano el año pasado por RBA dentro de su colección «Serie Negra» donde, recientemente, ha aparecido editada una nueva obra de Cornell Woolrich, «Rendez vous en negro», una novela en la que se despliegan las mejores virtudes (y también las más evidentes limitaciones) de su autor, por lo que se trata de una oportunidad inmejorable para tomar contacto con la electrizante prosa de este ex aristócrata de las letras (discípulo aventajado de Francis Scott Fitzgerald) al que su contacto con el medio cinematográfico y los insistentes rumores sobre una vida sexual disipada y oculta (fue vox populi que su esposa le abandonó tras descubrir sus infidelidades con hombres), condenaron a los estertores de la literatura.

«Rendez vous en negro» es la historia de una venganza, uno de los escenarios clásicos en la literatura de Woolrich. En este caso, la de un joven que pierde a su novia en un estúpido accidente, consagrando el resto de sus días a procurar un dolor parejo al suyo a todas aquellas personas que se vieron involucradas en el mismo. De este modo, la novela adquiere una estructura de serial, otro de los puntos fuertes de un autor acostumbrado a manejarse con singular talento en el relato corto (género que, por lo demás, conforma el grueso de su producción literaria). Cada capítulo narra la preparación y ejecución de uno de los crímenes del protagonista así como la respuesta policial al mismo, limitada, en tanto ignoran el rostro del asesino e incluso, en un principio, la naturaleza misma de unos homicidios que se prestan a confusión (causas naturales, accidentes, infortunios parecen ser las hipótesis de los primeros asesinatos). Pero el lector sabe que no es así, de hecho cuenta con información privilegiada: él sí conoce al asesino e incluso sus motivaciones.

Curiosamente, este hecho lejos de liquidar el suspense, lo acentúa, convirtiéndose en uno de los rasgos distintivos de los relatos de Cornell Woolrich, todo un maestro a la hora de jugar con las expectativas del lector llevándolas a un punto de tensión cercano al paroxismo, en la medida en que nos convierte en mudos espectadores de la perpetración de un delito que, no por anunciado, deja de consumarse. Sufrimos con las víctimas sabiendo de la suerte que van a correr, pero nos vemos incapaces de advertírselo. Al mismo tiempo asistimos impotentes a los palos de ciego que va dando la policía en sus pesquisas y nuestro desasosiego crece hasta el desquiciamiento. Hábil dosificador de los golpes de efecto y los crescendos, el punto álgido de «Rendez vous en negro» tiene lugar cuando seguimos la angustiosa revelación de la amenaza consumada por parte de una invidente que asume la fatalidad que le acecha mediante pequeños indicios auditivos poderosamente descritos por Woolrich en unos párrafos colmados de venenosa zozobra.

Dueño de una prosa perturbadora, precursor de un estilo que influirá poderosamente en escritores posteriores como Stephen King (quien lo ha reconocido reiteradamente como uno de sus maestros), en cineastas como Hitchcock o en personalidades televisivas como Rod Sterling («En los límites de la realidad»), Cornell Woolrich pasó los últimos diez años de su vida recluido en una habitación de hotel, enfermo de ictericia, alcoholizado y tullido, tras serle amputada una pierna gangrenada. En 1968 murió prácticamente en el olvido. La publicación de «Rendez vous en negro» por parte de RBA supone su penúltimo rescate. Es de desear que en el futuro lleguen al mercado nuevos títulos que hagan justicia a los méritos de un autor que pasó de la popularidad al ostracismo demasiado rápido.

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