Veteranos de guerra kurdos se preparan para ayudar a sus hermanos en Siria
Un grupo de excombatientes kurdos contra Saddam Hussein impulsa una campaña de apoyo hacia sus hermanos en Siria. Desde el pasado mes de julio, Kurdistán Occidental sufre el acoso de grupos islamistas apoyados por Turquía.
Karlos ZURUTUZA | SULEYMANIA
El anuncio de los islamistas de que dios aprobaba matar kurdos en Siria en estas fechas nos hizo reaccionar», explica Faruk Aziz Khadir. A sus sesenta años, este kurdo de Iraq no ve el momento de coger las armas para defender a sus hermanos al otro lado de la frontera. Y son muchos como él.
Khadir presume de su pasado peshmerga -«los que se enfrentan a la muerte», en kurdo- y preside hoy la Asociación de Peshmergas Veteranos del PUK (Unión Patriótica de Kurdistán). Requisito indispensable de todos sus miembros es «haber combatido al tirano hasta 1991», fecha en la que los kurdos de Iraq consiguieron expulsar a las tropas de Saddam Hussein de su territorio definitivamente.
En su sede en Suleymania, en Kurdistán Sur, GARA conoce los detalles de su proyecto más inmediato: «Somos en torno a 2.300 miembros de los que la mitad estamos dispuestos a combatir junto a los kurdos de Siria contra los islamistas que intentan invadir su territorio», resume Khadir desde su despacho, rodeado de nueve voluntarios.
Tercera vía
Desde el inicio de la guerra en Siria, los kurdos en el país han optado por una tercera vía, en clara oposición al Gobierno de Bashar al-Assad pero sin alinearse con la insurgencia árabe. Desde el pasado 17 de julio, la zona bajo control kurdo está viviendo episodios de violencia no vistos hasta ahora debido al creciente flujo de extremistas islámicos a la región. Los kurdos han denunciado el apoyo de Turquía a estas células, la cual no ve con buenos ojos una nueva entidad autónoma kurda en sus fronteras.
Por si fuera poco, a la agresión islamista se le han sumado los bombardeos por parte de la aviación de Al-Assad. El presidente de la asociación de veteranos habla de «emergencia humanitaria», pero rechaza que la suya se trate de una iniciativa exclusivamente militar: «Con la mitad de nuestros sueldo y pensiones hemos reunido 15.000 dólares y también hemos enviado ayuda humanitaria como comida, tiendas...», subraya el veterano combatiente.
Y es que los kurdos nunca lo han tenido fácil. Tras apoyar a los aliados contra el Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial, el Tratado de Sevres (1920) reconocía un país para ellos. Sin embargo, este acuerdo internacional nunca se ratificó y fue sustituido por el Tratado de Lausana, que repartió el territorio kurdo entre Iraq, Irán Turquía y Siria. Entre 30 y 40 millones de kurdos constituyen hoy la mayor nación sin Estado del mundo, siendo la Región Autónoma Kurda de Iraq lo más parecido a un país que ha tenido nunca este pueblo.
La pregunta resulta obvia: ¿Por qué no envía Erbil -la capital administrativa de los kurdos de Iraq- a su propio Ejército, más numeroso, mejor equipado y, sobre todo, más joven que los veteranos de Suleymania?
«¡Vaya y pregúnteselo usted mismo!», espeta con impotencia Razgar Hassan, «peshmerga desde 1982» y hoy oficial de Policía.
«Tremenda presión»
Otros se muestran más prudentes: «Erbil está sometida a una tremenda presión por parte de Irán, Turquía... No podemos dejar que los sentimientos prevalezcan sobre la lógica», apunta Dilshad Sharif, al que los años y la guerra todavía no han conseguido blanquear su intenso cabello rojo.
El proceso de paz en ciernes entre Ankara y los kurdos de Turquía es otra de las patatas calientes de Erbil. No en vano, el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) ha tenido en las montañas Qandil su cuartel general durante la última década, lo cual ha supuesto una espina más en las relaciones entre Erbil y Ankara.
«Estoy muy orgulloso del PKK y sólo lamento no ser más joven para poder unirme a ellos en las montañas». Son palabras de Derwish Abdala, a quien las frecuentes imágenes en televisión de la guerrilla de los kurdos de Turquía le traen «vivos recuerdos» de su juventud. «Me veo a mí mismo en los 80».
Sin embargo, es la propia realidad la que se encarga de sacudir la nostalgia entre los presentes. El hoy en vigor es ya el noveno alto el fuego unilateral declarado por el PKK y nadie entre los veteranos confía en que Turquía dé ningún paso hacia la paz.
Por su parte, Hawre Ahmed pide que nadie olvide la «terrible situación» a la que también se enfrentan los kurdos bajo control de Teherán.
«¿Qué podemos esperar de un Gobierno teocrático que ahorca a los nuestros en las plazas públicas por el mero hecho de ser kurdos?», lamenta este peshmerga desde 1985.
En su último informe anual de 2013, Amnistía Internacional denuncia «al menos 63 ejecuciones públicas», la mayoría de las cuales son de kurdos e individuos pertenecientes a otras minorías del Estado persa.
A pesar de las dificultades, muchos de entre estos veteranos ven motivos para el optimismo. El pasado 22 de julio, representantes llegados de las cuatro partes de Kurdistán se reunieron en Erbil para sentar las bases de una futura Conferencia Nacional Kurda, a celebrarse en Erbil en septiembre.
El líder de los veteranos retoma la palabra. «Los kurdos no sólo hemos combatido contra regímenes tiranos sino que también lo hemos hecho entre nosotros», recuerda Khadir entre sorbos a su taza de té. Khadir recuerda la guerra civil vivida tras la caída de Saddam Hussein, las luchas entre kurdos de Iraq y de Turquía así como las disputas internas actuales entre los kurdos de Siria.
«Si alguien me dice hace sólo dos años que partidos de todo Kurdistán se iban a sentar en torno a una única mesa lo habría tomado por un visionario loco», dice el líder peshmerga. «Ahora sabemos que estamos todos en el buen camino».