Txisko Fernández | Periodista
El dedo no apunta al Peñón
Desde que Ortega y Gasset sacara a la luz «La España invertebrada», allá por el año 1921, lo que denominó «proceso de desintegración» ha ido progresando hacia la podredumbre total pese a que, durante estos últimos tiempos, timoneles tan brillantes como Aznar o Zapatero hayan hecho ver a millones de ingenuos que la nave hispana caminaba hacia un nuevo Edén, con un producto interior bruto más alto que el de los nunca suficientemente denostados gabachos o un sistema bancario que para sí quisieran los nunca suficientemente reconocidos Estados Unidos de América.
A estas alturas citar a un filósofo español para hacer una analogía sobre lo que sucede en este invertebrado Estado sumergido en un proceso de corrupción tan evidente puede ser un error intelectual, pero me voy a arriesgar. Ortega y Gasset, como antes los literatos de la generación del 98 (del siglo XIX), hacía referencia a la desmembración de las colonias americanas, las Filipinas y la isla de Guam. Al otrora Imperio todavía le apuntarían otros territorios; ni siquiera el Generalísimo dictador fue capaz de retener Ifni o Guinea Ecuatorial, y su heredero, campechano y Borbón vio como su primo alauita le arrebataba el Sahara Occidental.
Voy a lo que vengo. Que ni a los genios del 98 ni al gran ensayista madrileño les preocupó mucho, ni poco, Gibraltar, que por entonces ya cumplía casi tres siglos bajo dominio británico. Por ejemplo, a Ortega, política y estéticamente centrípeto, le preocupaban mucho más otros «separatismos» periféricos, como el catalán y el vasco.
Y me da en la nariz que eso mismo les ocurre a los actuales dirigentes del PP-PSOE, aunque lo intentan disimular con la tradicional bravuconada que termina en nada. No pretendo comparar intelectualmente a estos mandamases con Ortega y Gasset o con Valle-Inclán. ¡Faltaría más! Lo que quiero decir es que lo que realmente preocupa a quienes gestionan el poder en Madrid es la senda por la que están comenzando a moverse Catalunya y Euskal Herria.
Lo del Peñón es pura pantomima para calentar un poco el ambiente antes de la próxima Diada de Catalunya, que está a la vuelta de la esquina en el calendario (Onze de Setembre). El dedo está apuntando al soberanismo catalán, aunque algunos se queden mirando a Gibraltar.