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ANÁLISIS | Políticas anticrisis

Alto riesgo en el sistema financiero

Los autores explican la estrategia de las potencias occidentales de afrontar la segunda fase de la crisis en base a un sistema de rescate interno y mantienen que los posibles resultados de esta política en los grandes bancos comerciales son desconocidos.

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EKAI Group

EKAI Center ya viene advirtiendo de la apertura de una segunda fase en las políticas anti-crisis occidentales, activada como consecuencia del agotamiento de las políticas de rescate bancario con cargo a fondos públicos y de expansión monetaria. En efecto, agotadas ambas políticas, ninguna de ellas corregido los desequilibrios estructurales del sistema financiero occidental, consecuencia del sobreendeuda- miento y de los riesgos asumidos a través de operaciones especulativas de banca de inversión.

Ante esta situación, la nueva estrategia diseñada por las potencias occidentales se basa, fundamentalmente, en las políticas del bail-in o rescate interno y, complementariamente, en modelos atenuados de separación de banca de inversión y banca comercial.

Sin embargo, el tránsito hacia la segunda fase va a ser -ya está siendo- de un alto riesgo. La gran banca occidental ha sobrevivido en base a las ingentes transferencias de recursos canalizadas desde los gobiernos y bancos centrales y, sin embargo, la acumulación de riesgos en el sector bancario se mantiene en niveles similares a los de 2008.

Ya advertimos en su día de que 2013 iba a ser el año del tránsito a la segunda fase de las políticas anti-crisis y, en efecto, durante este ejercicio se ha producido, por un lado, el primer ensayo de aplicación del bail-in en Chipre y los primeros intentos de la Reserva Federal USA de reorientar su estrategia monetaria.

Como era previsible, la reorientación de las políticas monetarias en USA está resultando ciertamente complicada. Bastaron meras insinuaciones de los responsables de la Reserva Federal sobre una posible finalización de la estrategia de expansión monetaria para que los mercados financieros sufrieran enormes caídas. A partir de entonces, los nuevos tímidos sondeos y desmentidos han sido una constante. Lo mismo que las filtraciones sobre las divisiones en el seno del Consejo de la Reserva Federal y sobre el peso creciente de los partidarios de contener la expansión monetaria.

Como consecuencia de este nuevo clima, los mercados financieros saben ya que las adquisiciones masivas de activos y los tipos de interés cercanos a cero no van a durar mucho tiempo y ello se ha trasladado rápidamente a los tipos de interés en USA, que están sufriendo un alza acelerada. Estos tipos de interés, que llevan reduciéndose de forma constante desde 2007, han repuntado rápidamente, incluso antes de que la Reserva Federal empiece a modificar sus políticas monetarias.

Este otoño puede ser decisivo. Todo parece indicar que, tanto ante el previsto relevo en la Presidencia de la Reserva Federal como ante el inicio del cambio de las políticas monetarias y la acumulación de las tensiones internas de los mercados financieros, nos encontramos ante un alto riesgo de estallido de ciertas grandes entidades financieras.

Ante tal situación, podemos anticipar lo que sucederá si se aplican las previstas medidas de rescate interno o bail-in. O, mejor dicho, podemos preverlo en el caso de los bancos estrictamente comerciales. En estos bancos, la compensación de pérdidas con cargo a los saldos de accionistas e inversores será más que suficiente para evitar daños a los depositantes y sin recurrir a rescates con cargo a fondos públicos. También podemos anticipar que, en el caso de la gran banca de inversión, la disolución de las entidades afectadas será con frecuencia el resultado lógico de los procesos de resolución, si efectivamente se mantiene el criterio actualmente proclamado de evitar afectar fondos públicos.

El problema radica en los grandes bancos comerciales occidentales con importantes riesgos especulativos. En este caso, el riesgo de que el mecanismo de bail-in implique hacer recaer los costes sobre los depositantes es ciertamente elevado, salvo que -antes de la apertura de estos procesos- los riesgos especulativos hayan sido adecuadamente separados de la actividad de banca comercial. Y no está claro que esta separación vaya a abordarse a tiempo.

Recordemos que estos grandes riesgos especulativos afectan a la gran banca de inversión USA pero también a grandes bancos europeos, que constituyen en este momento la verdadera amenaza para la estabilidad de nuestros países. Práctica- mente todos los estados europeos tienen sus problemas al respecto: Credit Suisse y UBS en Suiza, Commerzbank y Deutsche Bank en Alemania, BBVA y Grupo Santander en España, BNP, Crédit Agricole y Société Générale en Francia.

Los riesgos reales de estos grandes bancos son en buena parte desconocidos. Junto a los riesgos de la banca comercial, preocupan en particular los generados por sus operaciones en derivados financieros, muchas de ellas en los países anglosajones, ciertamente complejos y difíciles de cuantificar. Pero son, en cualquier caso, enormes. Hay que tener en cuenta también que la política expansiva de la Reserva Federal no solo se ha dirigido a ayudar a los bancos USA sino, en buena parte, a ayudar a los grandes bancos europeos en dificultades, con gran sorpresa de quienes desconocen las redes de intereses financieros internacionales.

En cualquier caso, recordemos que el ascenso de los tipos de interés fue el detonante de la crisis de las hipotecas inmobiliarias en 2007. A quien quiera disponer de una referencia directa sobre el riesgo de un nuevo estallido de la crisis financiera o de posibles caídas de grandes bancos, le recomendamos que siga con atención la evolución de los tipos de interés del tesoro USA.

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