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CRíTICA: «One Direction: This is Us»

A Morgan Spurlock le gusta realmente la comida basura

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Mikel INSAUSTI

Con «One Direction: This is Us» queda claro que Morgan Spurlock nunca será el nuevo Michael Moore, si es que alguna vez se le pasó por la cabeza. Se le ve demasiado dispuesto a venderse al mejor postor, en este caso a la multinacional Sony, sin exigir nada a cambio. Hasta tal punto se baja los pantalones como realizador al frente de un trabajo de encargo, que no ha dispuesto de ninguna libertad. De las 963 horas de material grabado reducidas en el montaje final a la hora y media de rigor, sólo hay unos segundos que se puedan considerar del autor de un documental, y no del de un publireportaje. Es cuando aparece un científico que explica el comportamiento del cerebro de las fans, al segregar la hormona denominada dopamina como fruto de un estado de excitación.

Dicho extracto puede que sea un remoto vestigio de una intención inicial de analizar el fenómeno fan, pero si la hubo no queda ni rastro de ella. La realidad es que el domesticado Spurlock se pierde por el camino siguiendo la pista falsa de Richard Lester. Alguien llega a decir que One Direction han superado a los Beatles en número de seguidores, sin aclarar que en la época de los chicos de Liverpool no había Internet. Partiendo de tan falsa apreciación, intenta utilizar un ritmo de comedia musical a lo «A Hard Day's Night» o «Help», para intentar convencernos de que los cinco componentes de One Direction son muy divertidos y muy espontáneos.

Viendo «This is Us», estos adolescentes no me hacen reír, sino que me dan penita. Su vida está programada desde que se levantan hasta que se acuestan, embarcados en giras inhumanas alrededor del mundo, en las que además de actuar todas las noches han de atender a compromisos publicitarios, firmas, grabaciones y todo lo que decida por ellos su compañía. Son menores de edad que se dejan explotar, y sus familias lo consienten porque les han comprado casas y otros lujos con los que nunca soñaron. Es que ni eligen la ropa o el peinado que se tienen que poner. Cuando toca anunciar una marca deportiva, pues ahí les ves dando patadas a un balón al lado de Cristiano Ronaldo. Y dentro de unos años los tabloides hablarán de «juguetes rotos».

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